La leishmaniosis canina es endémica en España y, con el aumento de las temperaturas, se está extendiendo a regiones donde antes no era frecuente, además de que está alargando la época de actividad del flebotomo.
Aquí podéis ver un mapa donde -pinchando en la imagen- podréis consultar la prevalencia (número de casos) de la enfermedad en las diferentes zonas de España.
Los expertos coinciden en la importancia de la prevención, todo el año. Y hacer un test diagnóstico en nuestro veterinario, especiamente al terminar el verano.
La leishmaniosis es una enfermedad producida por un parásito microscópico llamado Leishmania infantum y se transmite a través de la picadura de un insecto flebotomo. Una vez el parásito es inoculado en el perro, pasa a las células de uno o varios de sus órganos a través de la sangre. En este momento las alarmas del perro deben ponerse en marcha para activar su sistema inmunológico y hacer frente a la infección.
Es importante proteger a tu perro y, por supuesto, acudir al veterinario ante cualquier síntoma que pueda indicar que se ha contagiado.
¿Cómo son las pruebas para el diagnóstico de la Leishmaniosis? Dada la gran variabilidad de presentaciones y de la respuesta inmune de los perros frente a la infección, es una enfermedad compleja y no siempre fácil de diagnosticar. Aquí puedes encontrar más información sobre las diversas pruebas que puede hacer tu veterinario.
La vacuna no protege al 100% pero sí aumenta la efectividad de las defensas de nuestro perro para combatir los parásitos en caso de que lleguen a infectar.
El objetivo de la vacuna es estimular la inmunidad específica de los perros para que no desarrollen la enfermedad pero sigue siendo necesario potenciar la prevención puesto que su eficacia no es total: por ello es recomendable, incluso si el can está vacunado, seguir protegiéndolo.
Lesiones en la piel: pérdida de pelo, descamación, enrojecimiento, úlceras y heridas que no cicatrizan. Puede tratarse de pequeñas lesiones muy localizadas o de problemas generalizados en varias zonas del cuerpo.
Lesiones oculares: inflamación de las estructuras de uno o ambos ojos que producen enrojecimiento, opacidad del ojo y secreción ocular.
Cojeras: dolor en una o varias articulaciones debido a lesiones causadas por la leishmaniosis.
Alteraciones internas: lesiones en el hígado, riñones, bazo, intestino… que causan deficiencias en su función básica y vital, y que pueden comprometer de forma grave la vida del perro.
La evolución de la enfermedad es más favorable cuanto antes la detectemos, por eso se recomienda que al finalizar la temporada de verano se visite al veterinario para hacer un test diagnóstico a través del análisis de sangre de nuestra mascota, y verificar la presencia de la enfermedad para iniciar su tratamiento.
10 mitos falsos sobre la leishmaniosis
Si a tu perro le han diagnosticado leishmaniosis seguro que te estarás haciendo muchas preguntas y te asaltarán varias dudas, sobre todo esta: ¿qué le va a pasar ahora?
Aunque en esta enfermedad no hay blancos y negros y existen tantas evoluciones de la enfermedad como perros afectados, en términos generales estas son las opciones a las que os vais a tener que enfrentar tú y tu can.
En primer lugar debemos tener claro que la leishmaniosis nunca se cura del todo ya que, hasta el momento, no se dispone de ningún tratamiento que elimine definitivamente los parásitos del cuerpo del paciente.
En el mejor de los casos podemos encontrar perros que, tras el tratamiento adecuado contra la leishmaniosis, sean capaces de controlar la infección durante toda su vida, y no mostrar signos de la enfermedad nunca más.
Algunos de estos animales son capaces de frenar el desarrollo de la infección sin ninguna medicación. Eso sí, su sistema inmune debe estar siempre en plena forma.
Muchos de los perros que se diagnostican de leishmaniosis suelen recuperar su vida normal tras la administración de un tratamiento adecuado. Esto significa que, aunque no podemos eliminar la infección por completo, somos capaces de frenar los signos que provoca dicha infección, por lo menos de forma temporal.
Estos animales pueden parecer perfectamente sanos a nuestros ojos y los resultados de los controles analíticos pueden ser normales durante un tiempo, que puede variar entre meses y años tras el diagnóstico y tratamiento iniciales.
Sin embargo en un momento u otro de su vida van a recaer en la enfermedad y aparecerán síntomas que pueden ser los mismos que en la fase inicial u otros bien diferentes.
Por ejemplo, un perro que sufrió una leishmaniosis cutánea la primera vez puede desarrollar una cojera en la segunda o sangrado de nariz, o problemas renales, etc.
En estos casos la detección precoz de las recaídas es de vital importancia a la hora de establecer un buen pronóstico. Por esta razón los perros positivos de leishmania deben ser sometidos a controles veterinarios (examen físico y analítica) de forma periódica.
También hay que cuidar su alimentación: un can enfermo de leishmaniosis debe tener una dieta con un moderado nivel de proteína de elevado valor biológico, que a la vez que protege la función renal, ayuda a mantener la masa muscular.
Desgraciadamente todavía debemos decir que la leishmaniosis puede causar la muerte de un perro. Esto suele suceder cuando los órganos afectados son vitales como los riñones o el hígado o bien cuando otras enfermedades se presentan de forma conjunta a la leishmaniosis.
En casos de mala respuesta o intolerancia al tratamiento, las posibilidades de curación también son escasas.
Recuerda: para evitar la leishmaniosis es muy importante la prevención.
En caso de que tu perro esté infectado, no olvides que el diagnóstico precoz de la enfermedad es clave en su pronóstico.
Podéis encontrar más información sobre la Leishmaniosis en la web de Mi Mascota y yo.