Antes de empezar, recordemos ¿qué es la leishmaniosis?
La leishmaniosis es una enfermedad producida por un parásito microscópico llamado Leishmania, que se transmite a través de la picadura de un insecto flebotomo. Una vez el parásito es inoculado en el perro, pasa a las células de uno o varios de sus órganos a través de la sangre. En este momento las alarmas del perro deben ponerse en marcha para activar su sistema inmunológico y hacer frente a la infección.
¿Cuáles son los órganos que se pueden ver afectados?
En realidad, todos los órganos de nuestro perro pueden verse afectados por la leishmaniosis, encontrando lesiones fácilmente visibles (en la piel, en las mucosas, lesiones oculares, cojeras, etc.) y otras lesiones no tan evidentes pero que pueden causar trastornos graves en la salud de nuestra mascota, como lesiones en órganos internos vitales para la vida del animal y alteraciones sanguíneas.
Estas son algunas de las manifestaciones más frecuentes de esta enfermedad:
Lesiones en la piel: pérdida de pelo, descamación, enrojecimiento, úlceras y heridas que no cicatrizan. Puede tratarse de pequeñas lesiones muy localizadas o de problemas generalizados en varias zonas del cuerpo.
Lesiones oculares: inflamación de las estructuras de uno o ambos ojos que producen enrojecimiento, opacidad del ojo y secreción ocular.
Cojeras: dolor en una o varias articulaciones debido a lesiones causadas por la leishmaniosis.
Alteraciones internas: lesiones en el hígado, riñones, bazo, intestino… que causan deficiencias en su función básica y vital, y que pueden comprometer de forma grave la vida del perro.
El desarrollo de una u otra lesión en tu mascota y su gravedad dependerá de su respuesta individual a la infección, es por esto que se pueden encontrar presentaciones muy dispares de la misma enfermedad.
Cada perro es único, también ante la leishmaniosis
Como cada perro es diferente a los demás, su respuesta inmunológica también es particular, así que la eficacia en la lucha de nuestro amigo canino contra la leishmaniosis es totalmente única e incomparable con la de otros perros.
Así, en función de la respuesta inmunológica de cada perro, podemos encontrar:
Perros que están infectados por leishmaniosis pero que no muestran signos de enfermedad (sabremos que están infectados a través de pruebas de laboratorio).
Perros infectados y enfermos:
Perros con signos externos leves de leishmaniosis pero con sus órganos vitales intactos
Perros con signos externos graves de leishmaniosis pero con sus órganos vitales intactos
Perros sin signos evidentes externos de leishmaniosis pero con sus órganos vitales alterados
Perros con signos externos graves de leishmaniosis y con sus órganos vitales afectados
A pesar de que cada vez tenemos más conocimientos sobre la leishmaniosis canina, todavía no podemos predecir cómo va a reaccionar el organismo de cada perro ante una infección por leishmania. Lo que sí sabemos es que la evolución de la enfermedad es más favorable cuanto antes la detectemos, por eso se recomienda que al finalizar la temporada de verano se visite al veterinario para hacer un test diagnóstico a través del análisis de sangre de nuestra mascota, y verificar la presencia de la enfermedad para iniciar su tratamiento.
La leishmaniosis es una enfermedad crónica y los perros que la padecen deben seguir un buen control veterinario para mantener un tratamiento adecuado que ayude a mantener su calidad de vida; sin embargo, es importante saber que la respuesta inmunológica a éste es completamente individual, por lo que es importante no bajar la guardia.
Existen opciones disponibles para evitar que nuestro amigo peludo deba pasar por esta enfermedad y todos los peligros que conlleva: el uso de repelentes efectivos como Advantix®, que evitan que los flebotomos se acerquen a él y le piquen, es la mejor forma de prevenir la infección.
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