La rabia mata a alrededor de 59.000 personas cada añoy 95% de los casos de rabia en personas se deben a mordeduras de perros infectados.
En España es obligatorio vacunar a los perros de la rabia anualmente excepto en Galicia y Cataluña. En Asturias solo es obligatorio en perros considerados ‘potencialmente peligrosos’(aunque parece que esto pronto podría cambiar y sería obligatorio para todos los canes). Y en Euskadi ha comenzado a ser obligatorio desde octubre 2022.
Aún así, los colegios veterinarios y la Organización Colegial Veterinaria recomiendan encarecidamente vacunar a todos los perros puesto que aunque la rabia haya sido erradicada en nuestro país, existe el riesgo de que puedan llegar casos importados.
De hecho, preocupa la situación en Cataluña donde la cobertura vacunal frente a la rabia en 2021 fue de solo el 11,51 %.
Vacunar a los perros es la medida esencial -en todo el mundo- para lograr erradicar la enfermedad, para proteger a los perros y también a las personas de esta enfermedad tan peligrosa.
El 1 de Junio de 2013 se detectó el primer caso de rabia canina en España desde 1978. Y posteriormente el Colegio de Veterinarios de Madrid informó que se habían producido dos casos adicionales en Europa, uno en Holanda y otro en Francia.
En el suceso acaedido en España, un perro mordió a cuatro niños y a un adulto, cuando se encontraba en Toledo con sus dueños. Tras identificar este caso, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad activó el nivel de alerta 1 para así prevenir otras posibles infecciones.
En Melilla se ha alertado de nueve casos de perros con rabia desde 2021, una cifra no extenta de polémica y ciertamente preocupante.
Se trata de una enfermedad infecciosa transmitida por un virus (del género Lyssavirus), que afecta a animales salvajes (zorros, murciélagos, hurones...) a animales domésticos y también al hombre.
El virus de la rabia se transmite a través del contacto directo (por ejemplo, una herida o las membranas mucosas de los ojos, la nariz y la boca) con la saliva o los tejidos del sistema nervioso o del cerebro de un animal infectado.
Las personas por lo general contraen la rabia a través de la mordedura de un animal rabioso.
Aunque sea raro, también es posible que la contraigan a través de otros tipos de exposición, que pueden incluir rasguños, abrasiones o heridas abiertas expuestas a la saliva u otro material potencialmente infecciosos de un animal rabioso.
Los otros tipos de contacto, como acariciar a un animal rabioso o tener contacto con su sangre, orina o heces, no se asocian a un riesgo de infección y no se consideran exposiciones que deban causar la preocupación de transmisión de la rabia.
Debemos tener claro que si nuestro perro no ha sido mordido por un animal infectado no tendrá rabia, aunque en ocasiones la mordedura puede pasar inadvertida, y por eso es clave intentar detectar e interpretar las señales que nos manda nuestro can, una tarea complicada si no conocemos bien determinados síntomas de la rabia: que muerda todo sin un motivo aparente y con cierta violencia, que busque lugares donde esconderse, cambios de humor llegando a no reconocer a su dueño, falta de apetito...
Tras la mordedura, el animal infectado pasará un período sin manifestaciones clínicas durante el cual el virus se trasladará desde el lugar de la mordedura hasta el cerebro. Este período es largo: suele variar entre uno a tres meses, pero puede extenderse hasta más de un año.
Cuando el virus alcanza el cerebro se producen cambios en la conducta de los animales afectados, como depresión, en la que el perro busca aislarse y está anormalmente tranquilo, seguida de una fase furiosa con tendencia a la agresividad.
Es posible, incluso, que se produzca la parálisis de los músculos de la garganta, lo que impide al animal tragar, provocando la típica imagen del animal babeante y furioso.
Ante la sospecha de que un perro pueda tener la enfermedad hay que ir inmediatamente al veterinario y contactar con las autoridades sanitarias.
La primera medida a aplicar es la limpieza de la herida bajo un fuerte chorro de agua y limpieza con jabón durante un periodo aproximado de cinco minutos, más eficaz si se realiza inmediatamente después del contacto. Si es posible se aplicará también un desinfectante.
Ante cualquier exposición a murciélagos, perros u otros animales que pudieran estar infectados, deberá acudir a un centro sanitario lo antes posible, donde le realizarán una valoración del riesgo de infección según el tipo de contacto que se ha producido y le aplicarán las medidas de tratamiento oportunas.
Al tratarse de una enfermedad que en estado avanzado no tiene curación posible, es de vital importancia que tomemos medidas de prevención.
La rabia puede evitarse mediante la vacunación y el aislamiento de los animales infectados.
Por eso mismo son tan estrictas las medidas para viajar a España -a cualquier país de la UE- con nuestro perro, especialmente si el viaje se inició en algún país que pueda ser considerado de riesgo.
La vacuna de la rabia es obligatoria y las autoridades sanitarias no dejan entrar a ningún perro que no demuestre que está correctamente vacunado. Es el origen, por ejemplo, de la pesadilla que afecta al perro Luno.
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