Un consejo patrocinado por Advantix
Ahora que por fin salimos de casa con bufanda y guantes, que el protector solar y el repelente de insectos ha quedado en el cajón, diréis: ¡adiós a los insectos!
Aunque los mosquitos, moscas, mariposas y abejorros hayan desparecido de nuestra vista, no podemos descuidarnos y olvidar a los parásitos, esos ávidos invertebrados que siguen su vida adaptados a esta nueva condición ambiental. Son tan listos que han sabido adaptarse al entorno de sus huéspedes, así que no los abandonan tampoco por estas fechas.
En su fase adulta, la pulga vive bajo el manto de los perros el tiempo suficiente para reproducirse. Si tu perro tiene el pelo muy, muy, muy corto y vive las 24 horas en el porche o en el campo, puede que las bajas temperaturas hayan acabado con las pulgas que cogió durante la época más cálida.
Sin embargo,si tu cánido duerme sobre alguna manta o cojín bajo cubierto y/o pasa ratos dentro de tu casa, la temperatura invernal no llegará a destruir las resistentes pulgas de entre el calorcito de su pelaje.
Los huevos y las formas juveniles de las pulgas encuentran refugio todo el año entre las fibras de tejidos de alfombras, sofás y mantas de nuestra casa, donde estarán viviendo a sus anchas a costa del calor que les aporta la calefacción o la chimenea.
Aunque estos insectos pueden parecer menos resistentes al frío, hay estudios que demuestran que pueden sobrevivir a temperaturas de menos de cuatro grados, así que pueden superar el invierno con facilidad.
Lo único que necesitan es un huésped dispuesto a acogerlos. Por lo que, cualquier perro (u otros mamíferos domésticos y salvajes) que ande sin protección frente a los insectos, será el lugar idóneo para que las garrapatas puedan comer, crecer y reproducirse.
Aunque a veces se habla del mosquito de la leishmania, en realidad el insecto que transmite esta enfermedad no es exactamente un mosquito, sino más bien un “primo-hermano”. Sus características externas pueden hacer que lo confundamos con un mosquito común, esos que apenas vemos durante los meses fríos. Pero en realidad se trata de un insecto adaptado perfectamente al clima mediterráneo durante todo el año.
Su ciclo vital es óptimo en épocas de temperaturas suaves y humedad media, y se crían sobre todo en zonas de agua estancada. No obstante, durante los meses de invierno pueden sobrevivir sin demasiada dificultad a las condiciones ambientales de nuestros hogares. Además, gracias al cambio climático, también se adaptan bien a nuestros exteriores.
Tal vez ese pequeño insecto volador (mide sólo 2 milímetros) que has encontrado tras un cuadro sea un flebotomo… Así que, mantente alerta y protege a tu amigo peludo todo el año si estás en zonas como la Cuenca del Mediterráneo.
Los insectos se adaptan generación tras generación a las condiciones que les propicia el ambiente en el que habitan, por lo que es frecuente encontrarlos durante todo el año. De manera que, la mejor arma contra ellos es la prevención.