Además de la ansiedad y el estrés que pueden producir a los perros los estallidos de los petardos o los fuegos de artificio, resulta que hay otro peligro adicional asociado con la pirotecnia, algo que la gran mayoría desconoce: los residuos pueden resultar extremadamente tóxicos para los canes. Esta pequeña perra, una Carlino llamada Zoe, ha muerto porque se envenenó al comerse restos de ceniza que encontró en la hierba de jardín,la ceniza de las bengalas que habían quemado el día anterior.
Zoe empezó a vomitar y a mostrarse desorientada: su familia la llevó al veterinario y allí, por los síntomas, determinaron que se había envenenado pero no entendían porqué ni cómo: la perra había estado jugando tranquilamente en el jardín, en la hierba...
Trataron de hacerle un lavado de estómago pero fue en vano, no lo superó.
El dueño de Zoe ha compartido lo sucedido para que esta tragedia no se repita.
Ellos no tenían ni idea del peligro que suponían las bengalas para un perro.
Esto es lo que indica la web de Pet Poison Helpline:
"Los fuegos artificiales contienen sustancias químicas peligrosas como el nitrato de potasio, que es un agente oxidante. También pueden contener carbón o azufre y agentes colorantes, que son metales pesados potencialmente peligrosos. Cuando se ingieren, los perros pueden desarrollar problemas gastrointestinales como vómitos, dolores abdominales y diarrea con sangre.
La gravedad de los problemas de salud como resultado de la ingestión dependerá del tipo de fuegos artificiales y de la cantidad que se ingirió. Si llegan a ingerir grandes cantidades pueden sufrir temblores o convulsiones, junto con insuficiencia renal aguda, cambios en la médula ósea, respiración superficial e ictericia, que es el color amarillo de la piel."