El canal auditivo del perro es mucho más profundo que el de las personas y crea un mejor embudo para llevar el sonido al tímpano. Aunque su sistema auditivo sea relativamente parecido al nuestro, los canes son capaces de detectar sonidos mucho más agudos, que varían en frecuencia desde 40 Hz a 65 kHz, mientras que los humanos solo llegan hasta los 20 kHz.
Esto varía según las razas caninas y la edad del perro pero, de media, un perro escucha 4 veces mejor que una persona, incluidos los sonidos a frecuencias más altas que las que puede detectar el oído humano.
La exposición prolongada a ruidos fuertes, o la exposición a un estruendo excesivamente fuerte, puede dañar parcial o totalmente la capacidad auditiva -tanto en personas como en perros. De ahí que sea importante protegernos y protegerlos, más aún sabiendo que los canes sufrirían daño auditivo antes que nosotros.
En las personas se considera que ruido por encima de 70 dB durante un período prolongado de tiempo puede comenzar a ser peligroso y ruido fuerte por encima de 120 dB puede causar daño inmediato a nuestros oídos.
De ahí que los niveles aceptables para las personas sean demasiado altos para los perros, según recoge un estudio reciente que concluye que el nivel de sonido ambiental promedio para perros debería ser al menos 20 decibelios menor que el recomendado para humanos (entre 45 dB y 55 dB).
Otros expertos aclaran que ruidos por encima de los 85 dB serían directamente peligrosos para los canes y podrían traducirse en pérdidas de su capacidad auditiva.
Hay que tener presente que multitud de ruidos cotidianos en una ciudad podrían superar esos niveles recomendables, por no hablar de los fuegos artificiales y demás artículos pirotécnicos que claramente superan los niveles no recomendables.
Según un estudio realizado en el Reino Unido, un 85% de los perros tienen miedo a algún electrodoméstico y esto se traduce en un 21% de veces en comportamientos no deseados (ladridos excesivos, perseguir al aparato en cuestión...)
Los sonidos fuertes, como una explosión o un disparo, puede dañar inmediatamente la capacidad auditiva de un perro al romper el tímpano o dañar los huesecillos. Sin embargo, con mayor frecuencia la audición se daña como resultado de la exposición repetida a sonidos fuertes, como el ruidoso entorno de una perrera.
Si te preocupa que tu perro pueda estar experimentando pérdida de audición, consúltalo con tu veterinario: si, por ejemplo, no te hace caso cuando le llamas. O si, por el contrario, se sobresalta ante ruidos que antes no le afectaban o si de pronto ladra mucho más que antes.. Todo ello podría indicar algún problema de oído.
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