Diversos estudios sugieren que el uso de métodos de entrenamiento aversivos (castigo positivo / refuerzo negativo) pueden generar comportamientos agresivos en los canes. Y también hay estudios que señalan que esos métodos tienen un impacto sobre el bienestar de los canes y que afectan su capacidad para aprender. Ahora, un grupo de investigadores ha comprobado que los perros entrenados con métodos aversivos tienden a tener un estado de ánimo más negativo y pesimista.
Es lo que analiza un estudio publicado en la revista Nature: los perros son más pesimistas si sus dueños utilizan dos o más métodos de entrenamiento aversivos.
Un enfoque relativamente novedoso para la evaluación del bienestar es la medición del "sesgo cognitivo", explican los autores de este estudio, liderados por Rachel A. Casey, etóloga y experta en comportamiento canino.
Se observan sesgos cognitivos cuando el estado afectivo influye en las respuestas humanas o animales a los estímulos ambientales, a través de diferencias en cómo se recuerdan los eventos pasados ('sesgo de memoria'), se evalúan eventos ambiguos o futuros ('sesgo de juicio'), o se enfoca la atención (' sesgo de atención ')
Se cree que los estados de ánimo están influenciados por la experiencia acumulativa, de modo que los individuos que experimentan sucesos aversivos repetidos o no logran las recompensas esperadas tendrán un estado de ánimo más negativo que aquellos que logran recompensas con éxito y evitan las amenazas.
Esta es la base para este estudio en el que han participado 100 perros: la mitad había experimentado dos o más métodos de entrenamiento aversivos en el pasado (collar eléctrico o de estrangulamiento, collares de citronela, castigos físicos, sonidos fuertes, etc.) y la otra mitad solo habían conocido el entrenamiento basado en recompensas. Los perros de uno y otro grupo se emparejaron según la raza, la edad, el estado de castración y el género.
A todos los perros se les mostró, de la misma manera, que un cuenco colocado a la izquierda contenía una chuche y que un cuenco colocado a la derecha no tenía nada. El resultado fue que, claro, todos fueron más rápido hacia el cuenco en el lado izquierdo en cuanto entendieron que ahí es donde estaba la chuche.
Entonces los investigadores colocaron un cuenco en un lugar ambiguo, en medio de la habitación, y comprobaron el tiempo que tardaba cada perro en ir hacia ese cuenco.
¿El resultado?
Los perros entrenados con métodos aversivos fueron más lentos a todas las ubicaciones ambiguas, tardaron más tiempo en acercarse a los cuencos que no estaban en el sitio donde habían aprendido que siempre había chuche.
"Este sesgo 'pesimista' indica quelos perros que han estado expuestos a métodos de entrenamiento más aversivos tienen una menor expectativa de recompensa que aquellos que no han experimentado estos métodos", opinan los autores del estudio.
"Esto puede reflejar un procesamiento con sesgo negativo de información ambigua, como se encuentra en personas deprimidas, ratas expuestas a estrés psicosocial crónico y en una variedad de otros estudios de sesgo de juicio que involucran animales en supuestos estados afectivos negativos".
Otra explicación podría ser que los perros entrenados en positivo están más acostumbrados a buscar chuches pero los autores del estudio explican que todos los dueños de los perros participantes habían sido entrenados en algún momento a través de las golosinas caninas.
Aún así, explican, se necesitan más datos y nuevas investigaciones para comprender completamente la dirección causal de la relación observada entre la experiencia de recompensa y aversión y el sesgo cognitivo.
¿Por qué la gran mayoría de veterinarios, etólogos y profesionales del mundo del bienestar animal recomiendan y promueven el uso de métodos de adiestramiento para perros basados en recompensas?
Estos son los principales argumentos, según los autores del estudio:
1. Muchos comportamientos no deseados surgen porque los perros están ansiosos o temerosos, y la implementación de métodos más aversivos puede aumentar los estados emocionales negativos, lo que resulta en más problemas, incluida la agresión.
2. Los perros pueden asociar la aplicación de un estímulo aversivo con eventos no intencionales y coincidentes. Por ejemplo, se puede aplicar un estímulo eléctrico utilizado para disuadir a un perro de huir cuando el perro se acerca a un niño, con el riesgo de que el evento aversivo se asocie con los niños.
3. El uso de métodos aversivos puede inhibir las conductas en ese contexto en el que se aplica el castigo, pero no alterar el estado emocional subyacente, lo que podría conducir al retorno posterior de la conducta problemática o respuestas alternativas al exponerse a la señal precipitante en otros contextos.
4. El uso de métodos aversivos puede crear confusión y frustración en los perros porque el castigo por un comportamiento no deseado por sí solo no le permite al perro entender lo que se requiere como la respuesta adecuada a una señal.
5. Los métodos aversivos pueden causar daño físico o dolor a los perros.
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