El uso de collares eléctricos o de descargas en el entrenamiento de perros parece estar disminuyendo en el Reino Unido, dicen los investigadores tras un nuevo y muy interesante estudio sobre estos artilugios: si en 2012 se estimaba que se usaban en un 6% de los perros, en 2019 la cifra es del 1%.
Esto puede deberse a que empiezan a estar prohibidos en algunas regiones o países y a que ha habido un buen número de campañas mediáticas que, justamente, desaconsejan vehementemente el uso de esos collares (porque comprometen el bienestar de los animales).
Pero incluso si es solo el 1% eso significa que en el Reino Unido podría haber unos 100.000 canes que aún siguen siendo entrenados así. Y en otros países, como España, muchos más... De ahí la importancia de compartir estudios que demuestran que además no logran su cometido con la eficacia prometida.
En este sentido, también parece importante recordar que en España también están ya prohibidos,la nueva Ley de Bienestar Animal que entró en vigor en septiembre 2023 así lo especifica:
"Se prohíbe el uso de cualquier herramienta de manejo que pueda causar lesiones al animal, en particular collares eléctricos, de impulsos, de castigo o de ahogo."
A través del instagram de la etóloga Ángela González Martínez hemos conocido el estudio de la Universidad de Lincoln, en el que el profesor Daniel Mills, junto con Lucy China y Jonathan Cooper han evaluado la eficacia del entrenamiento utilizando collares electrónicos remotos en comparación con la educación canina en positivo.
El estudio, que podéis leer íntegro aquí, demuestra que se obtienen mejores resultados a través de la educación en positivo.
63 canes que mostraban problemas al ir sueltos (como por ejemplo no acudir cuando son llamados) fueron asignados a tres grupos de entrenamiento diferentes.
Los canes recibieron hasta 150 minutos de entrenamiento durante 5 días enfocados a lograr que mejorara ese y otros aspectos de su educación básica.
Los 3 grupos fueron: collar eléctrico con educadores caninos seleccionados por el fabricante del collar. Control 1, los mismos educadores utilizando las prácticas que aplicarían cuando no usan el collar eléctrico. Control 2: educadores caninos independientes que trabajan en positivo.
La recopilación de datos se centró en la respuesta de los perros a dos comandos: "Ven" (Come - acudir a la llamada del educador) y "Sienta" (Sit- colocar los cuartos traseros en el suelo).
La eficacia del entrenamiento se midió teniendo en cuenta, entre otras cuestiones, el número de veces que había que dar el comando para que el can ejecutara el comportamiento deseado así como la latencia de la respuesta.
El Control 2 logró respuestas significativamente mejores a los comandos "Sienta" y "Ven" después de una sola clase en el tiempo asignado. Estos perros también tenían latencias de respuesta más cortas que el grupo de collar eléctrico.
No hubo diferencias significativas en la proporción de fallos entre los tres grupos, aunque se dieron significativamente menos comandos a los perros en el Control 2.
Estos hallazgos refutan la idea de que entrenar con un collar electrónico es más eficiente o resulta en menos desobediencia, incluso en manos de entrenadores experimentados.
En muchos sentidos, se descubrió que el entrenamiento con refuerzo positivo es más efectivo para abordar el comportamiento objetivo, así como el entrenamiento de obediencia general.
Este método de entrenamiento también plantea menos riesgos para el bienestar del perro y la calidad de la relación humano-perro.
Las conclusiones de los investigadores no pueden ser más claras: dados los mejores parámetros de respuesta de comportamiento objetivo asociados con un programa de entrenamiento centrado en la recompensa, y el hallazgo de que el uso de un collar electrónico no creó un mayor elemento de disuasión para la desobediencia llegamos a la conclusión de que un collar electrónico es innecesario para un entrenamiento de recuerdo efectivo.
Dados los riesgos potenciales adicionales para el bienestar del animal asociados con el uso de un collar electrónico, concluimos que el adiestramiento de perros con estos dispositivos causa sufrimiento innecesario, el bienestar del perro se ve comprometido por su uso, sin evidencia de mejores resultados.
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