La contaminación del vino con aroma o sabor a moho es un grave problema para cualquier bodega. Antiguamente se culpaba solamente al corcho pero ya se sabe que hay diversas moléculas, especialmente el TCA, que pueden ser las culpables de lo que normalmente se llama, justamente, "sabor a corcho". Esta contaminación ambiental hace que sea clave realizar labores preventivas en toda la cadena de producción de los caldos y así es como los perros han pasado a convertirse en guardianes del buen vino: ellos, con su nariz prodigiosa, pueden detectar la presencia de esas moléculas en el aire mucho antes que cualquier humano y de manera mucho más flexible y eficaz que cualquier tecnología.
El pionero Proyecto Natinga está en marcha en una cooperativa chilena que fabrica barricas de vino, TN Cooper. Allí trabajan pata a mano con los humanos Moro, Ambrosia y Odysé, Mamba y Zamba, cinco labradores especialmente entrenados.
Cada mañana ellos recorren e inspeccionan las instalaciones a partir de las 6:30 y 7:00 am, "cuando el aire es más puro y los aromas aún no se han dispersado por la temperatura del día". Olisquean el parque de maderas, las áreas de producción y también las barricas ya terminadas, antes de ser enviadas a las bodegas.
Cuando se ponen su uniforme,dicen desde TN Coopers, la actitud de los perros cambia de inmediato: vigilantes y alertas, recorren el terreno en que los sitúa su guía, y cuando llegan a la fuente, indican con una señal muy clara dónde está el origen de la contaminación.
Y pueden compartir un buen número de casos de éxito porque los perros no solo trabajan en las instalaciones de TN Coopers sino que a veces también van a las bodegas directamente.
Otra razón más para brindar por los perros, nuestros compañeros de vida y de vinos.