No es la primera vez que se mide el "efecto perro" o el "efecto gato" sobre las personas mayores: ya se ha comprobado que esa convivencia puede contribuir a ralentizar el deterioro cognitivo. Y ahora investigadores nipones han comprobado cómo influye sobre las probabilidades de desarrollar demencia incapacitante.
En Japón han llevado a cabo varios estudios para medir cómo la convivencia con perros o gatos afecta a la población mayor de 65 años.
Un primer estudio analizando los datos de másde 11 personas reflejó que los que convivían con perros tenían una probabilidad significativamente menor de experimentar el inicio de una discapacidad.
Ahora, un nuevo estudio también del Instituto Metropolitano de Gerontología de Tokio deja claros los beneficios de tener perro, especialmente si además se mantiene un estilo de vida que incluye hacer algo de ejercicio.
Tras analizar los datos de 11.194 personas mayores a lo largo de 4 años los investigadores constataron que el 5.0% de los participantes desarrolló demencia incapacitante.
Pero, y esta es la clave de los resultados, aquellas personas que convivían con un perro mostraron un 40% menos de probabilidad de desarrollar demencia en comparación con aquellos que nunca convivieron con animales.
En el caso de los dueños de gatos, no hubo una diferencia significativa.
Es más, las personas que hacían ejercicio regularmente, que tenían perro y que no se sentían socialmente aislados tenían un riesgo aún menor de desarrollar demencia.
Estos resultados sugieren que el cuidado diario de perros podría contribuir al mantenimiento de la actividad física y la participación social de las personas mayores.
Y por eso mismo los autores destacan la importancia de que exista algún sistema de apoyo social para que los adultos mayores puedan continuar conviviendo con sus perros.
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