El términodisplasia de cadera se refiere a las alteraciones de la articulación entre el fémur y su punto de contacto en la cadera. Se caracteriza por una inestabilidad de la articulación en edades tempranas que provoca un rozamiento continuo que acaba lesionando el cartílago y, a la larga, deriva en artrosis.
Aunque tradicionalmente se asocia a razas grandes, la pueden sufrir los perros de cualquier tamaño. Es una enfermedad hereditaria, por lo que las crías de un perro o una perra afectados de displasia de cadera tienen muchas probabilidades de presentar la misma enfermedad y trasmitirla posteriormente a su descendencia.
¿Cómo detectar la displasia de cadera?
Los signos de displasia son variables según la gravedad de cada caso y las características de cada animal. En las primeras semanas de vida permanece silenciosa, asintomática. Conforme el perro crece y la enfermedad avanza, los cachorros se vuelven menos activos que el resto de la camada y permanecen sentados mientras sus hermanos juegan. Al caminar pueden mostrar debilidad en sus patas traseras y estas suelen moverse muy juntas, llegando a cruzarse.
Cuando el dolor aparece, el cachorro empieza a presentar síntomas: la cojera se evidencia y el caminar de nuestro perro se altera para reducir los movimientos de la articulación y evitar así el sufrimiento. Podemos ver perros que balancean la cadera de forma exagerada al correr o incluso hacerlo con las dos patas traseras moviéndose al mismo tiempo (como lo haría un conejo). Algunos muestran dolor al levantarse, intentar saltar o empezar una carrera.
En los perros adultos, la sintomatología va ligada a la gravedad del daño articular o artrosis. Después de un tiempo de reposo, los afectados de displasia sienten dolor y muestran cojera tras un ejercicio brusco o rigidez que mejora tras un poco de “calentamiento”. Al caminar, su paso es corto y acostumbran a colocar las extremidades más juntas de lo normal.
El diagnóstico en el veterinario
Si piensas que tu perro puede sufrir displasia de cadera, consulta con tu veterinario. Mediante una buena exploración física, radiografías y algunas veces con la ayuda de la resonancia magnética, el especialista podrá determinar el grado de displasia de tu amigo canino, clasificándolo en una escala que va desde libre de displasia hasta displasia severa.
Si el diagnóstico es positivo, el tratamiento a seguir depende de las características del perro y del grado de afectación de la articulación. Lo importante es dejarte asesorar por tu veterinario y comprender que como no hay dos perros iguales, no hay dos tratamientos iguales, así que habrá que adaptar las posibles soluciones a cada animal y a cada propietario.
Tratamientos quirúrgicos
Existen diferentes tipos de intervención quirúrgica que deben adaptarse a cada caso en particular. En líneas generales, si el diagnóstico es temprano y la artrosis todavía no está presente, suele ser recomendable realizar una intervención quirúrgica para intentar corregir la posición de la articulación y mejorar su movilidad. En los casos en que el daño articular ya ha avanzado es posible que tu veterinario aconseje colocar una prótesis de cadera.
Tratamiento conservador
Aquellos pacientes que por cualquier motivo no puedan ser intervenidos quirúrgicamente pueden recibir tratamientos conservadores. Las claves son disminuir el dolor, evitar la degeneración del cartílago y potenciar la musculatura.
Probablemente tu veterinario recetará antiinflamatorios a tu perro para aliviar su dolor y condroprotectores para frenar el daño articular. La fisioterapia, la acupuntura, la alimentación adecuada para vigilar su peso y el ejercicio controlado también son herramientas imprescindibles en el control de la enfermedad.
¿ Con que evidencia recomiendan la acupuntura como herramienta imprescindible en el tratamiento de la displasia? Técnica carente de eficacia demostrada con estudios científicos rigurosos en seres humanos, ¿ Pueden adjuntar estudios cientificos que avalen dicha recomendacion?