Si no fuera porlas casas de acogida, el destino de muchos, muchísimos perros sería terriblemente triste: las protectoras y las perreras no tienen espacio para todos ellos y ante esa realidad siempre acecha el riesgo de que sean sacrificados. Demasiados abandonos, demasiadas camadas no deseadas, demasiada irresponsabilidad. Las casas de acogida hacen posible que los canes aprendan a vivir en familia y que tengan así muchas más posibilidades de ser adoptados. Aunque... a veces el plan falla, ¡por suerte!
Así ha sido en el caso de Zeus, un perro que fue rescatado en un estado verdaderamente lamentable. Decir que tenía sarna y que nadie se había ocupado de él en mucho tiempo sería quedarse muy cortos: con heridas por todo su cuerpo, sangraba, sus oídos estaban infectados, parecía tan delgado que en la protectora donde se ocuparon de cuidar de él no tenían del todo claro que pudiera salir adelante...
Pero poco a poco, Zeus empezó a recuperarse, fue cogiendo peso y dejando atrás su pasado de dolor y miedo. Pudo finalmente ir a una casa de acogida para seguir aclimatándose y empezar a mostrar su verdadera personalidad.
Su transformación tanto en aspecto como en espíritu es impresionante. Y, lo que es mejor, la suya fue una acogida fallida :-) Sí, la misma familia que cuidó de él mientras se recuperaba es ya su familia para siempre.
Ha sido adoptado porque se enamoraron de él. ¡Normal! Ese rabillo feliz...
Si no quieres adoptar a un perro pero puedes cuidar de él durante un tiempo, ¿por qué no te animas a ser casa de acogida? Habla con las protectoras en tu zona, todas se apoyan en la labor de voluntarios y de familias que cuidan de cachorros o de perros que están mejor fuera de un chenil...