Se estima que 2 millones de animales domésticos viajan en vuelos comerciales cada año sólo en Estados Unidos y que los perros representan el 58% de los animales que viajan en avión en todo el mundo, dicen los autores de un nuevo estudio en el que han participado profesionales de Australia, EEUU y Emiratos Árabes Unidos.
El objetivo era analizar los efectos de los viajes aéreos en el bienestar de los perros: saber cómo los canes afrontan esos trayectos y cómo se recuperan desde una perspectiva de salud amplia, no solo físicamente sino también emocionalmente.
La conclusión de los investigadores es que se necesita más educación de todas las partes interesadas para mejorar la salud y el bienestar físico, mental y emocional de los viajeros caninos porque un porcentaje de los animales sufre consecuencias negativas a diversos niveles (dos de los participantes en esta encuesta murieron).
Los viajes aéreos con animales domésticos han aumentado exponencialmente y la mayoría de esos viajeros suelen ser perros.
A pesar de ello, hay pocos datos disponibles y por eso se planteó este estudio que consistió en distribuir un extenso cuestionario a 635 personas cuyos perros habían viajado en avión en los últimos 12 meses.
También se recopilaron datos sobre cómo se preparaba a los perros para viajar en avión, específicamente en relación con el manejo del estrés.
En este estudio, un 51,2% de los perros viajaron en la bodega del avión, y el 48,5% en cabina, bien con correa o en transportín y bien con el participante u otro acompañante.
13 perros (2%) eran perros de apoyo emocional y de ellos, 11 viajaron en la cabina con el participante. El 23,1% de los participantes utilizó una empresa de transporte para planificar todo el proceso del viaje, el 66,8% planificó y preparó el viaje completamente por sí mismo y el 10,1% utilizó una empresa de transporte para algunos aspectos de la preparación del viaje.
La mayoría de los participantes (21,6%) comenzaron a preparar a sus perros para viajar en avión entre 1 y 4 semanas antes de la fecha del viaje, y el segundo grupo más grande (18,1%) comenzó la preparación entre 1 y 3 meses antes del viaje. Un número menor de propietarios empezó a preparar a sus perros más de 6 meses antes del viaje (14,3%) y, sorprendentemente, el 13,9% sólo empezó a preparar a sus perros entre 24 h y 1 semana antes del viaje. Alrededor del 10% comenzaron entre 3 y 6 meses antes del viaje, 1 día antes del viaje, o no prepararon ellos mismos a sus perros para viajar.
¿Estrés canino durante el viaje?
Los productos para el manejo del estrés, como medicamentos ansiolíticos y suplementos o feromonas, solo se utilizaron en una cuarta parte de los viajeros caninos.
La mayoría de canes (el 70,1 %) mostró algún signo de estrés en el momento de la entrega antes del vuelo, el 72,4 % durante el vuelo y el 32 % a la llegada/entrega después del vuelo.
Entre los signos no habituales y más demoledores mencionados en las encuestas: perros que mordieron el recipiente de agua, que tenían la nariz en carne viva por frotarla contra la puerta del transportín, que no querían comer nada, que se lanzaban contra la puerta del transportín y un perrete murió en cuarentena después del vuelo.
Otros datos muy a tener en cuenta son los signos de estrés o cambios de comportamiento posteriores, mostrando de alguna manera que para algunos perros la experiencia fue traumática:
Un total de 30 participantes (4,7%) respondieron que su perro había mostrado “otros” comportamientos o signos de estrés después del viaje en avión: aullar y llorar cuando lo dejaban solo, especialmente durante períodos más prolongados, estar más alerta y más nervioso, no querer salir a caminar, vómitos y estar inquieto con otro perro en la casa.
13,8% de los participantes afirmó que su perro desarrolló un problema de conducta dentro de los 3 meses posteriores al vuelo, el 4,3% de los perros desarrolló ansiedad por separación, el 3% estaban en general más ansiosos y el 3,6% desarrolló más de uno de los trastornos de conducta mencionados.
10,4% de los participantes afirmó que su perro experimentó un empeoramiento de un problema de conducta ya existente dentro de los 3 meses posteriores al vuelo. El 4,1% de los perros experimentó un empeoramiento de la ansiedad por separación, el 1,1% experimentó un empeoramiento de las conductas agresivas y el 3,6% de los perros experimentó un empeoramiento de más de uno de los trastornos de conducta mencionados.
La mayoría de los perros (83,6%) no recibieron atención veterinaria inmediatamente después del viaje en avión. De los que sí la recibieron, 83 (13,1%) recibieron un examen veterinario de rutina, 18 fueron atendidos pero sin relación con el viaje (por ejemplo, para reponer medicación regular), 8 fueron atendidos para tratar una enfermedad importante, se vio a 1 perro para tratar un problema de salud menor, se vio a 1 perro para tratar una condición mental/emocional/conductual y en el caso de dos canes, el veterinario acudió a confirmar su muerte.
En ambos casos viajaban en bodega: la primera fue una Galga de entre 4-6 años y el segundo un Bulldog Francés de la misma edad. La Galga tenía ansiedad por separación y diversos traumas y murió mientras pasaba la cuarentena tras el viaje. El Frenchie, de raza braquicéfala, murió durante el vuelo. Ambos habían pasado un examen veterinario completo antes de viajar y ninguno tomó productos para controlar el estrés durante el viaje.
Los autores del estudio consideran esencial realizar más investigaciones para comprender qué perros corren mayor riesgo de perder la vida durante los viajes aéreos.
Conclusiones
Los resultados muestran que mientras para una mayoría de perros la experiencia de viajar en avión es razonable, logran afrontarla y recuperarse bien, hay un grupo para los que no es así y sufren consecuencias físicas, mentales y emocionales durante o después del viaje. llegando incluso a morir.
No será una sorpresa para nadie que viajar en cabina es menos estresante que en la bodega.
La mayoría de los participantes en el estudio planificaron ellos mismos el viaje y más de la mitad no buscaron asesoramiento profesional para la preparación de su perro. La mayoría de los perros no recibieron productos para el manejo del estrés, como medicamentos ansiolíticos, suplementos o feromonas, y de hecho se disuadió activamente a algunas personas de que los usaran.
De los profesionales a los que se buscó asesoramiento, solo el 30 % eran veterinarios y el 16 % eran transportistas, lo que destaca las oportunidades para que estos dos grupos de profesionales apoyen y asesoren mejor a las familiascon perro antes de que sus canes viajen en avión para mejorar los resultados de bienestar.
Esta encuesta también destaca las mejoras que se pueden realizar en los aeropuertos, como una mejor provisión de áreas sanitarias y salas VIP exclusivas para viajeros con perro.
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