Es otra de esas reformas necesarias, básicas e importantes que algún día serán una realidad. Si los perros son parte de la familia, si mejoran el ánimo e incluso la salud de las personas mayores, ¿cómo es posible que sea tan complicado encontrar residencias para mayores donde puedan convivir con sus perros? En EEUU y en el Reino Unido es algo más fácil pero en España es una verdadera rareza. Es cada vez más frecuente que se desarrollen terapias asistidas con animales en residencias de ancianos, pero de ahí a permitir su presencia constante hay un trecho... ese es el camino que queda por andar. Las historias de las que hablan en este reportaje de El Caballo de Nietzsche te rompen el alma. Como bien dice su autora, Marta Navarro, "Son casos silenciosos, de los que nadie habla, pero que conllevan un dolor y una violencia hacia las personas mayores y hacia sus animales impensables en una sociedad avanzada"
Por eso mismo es aún más llamativo y hasta emocionante leer lo que explican en Residencia Barcelona sobre su decisión de permitir el ingreso de personas mayores acompañadas de sus animales:
"Entendemos que los animales de compañía de nuestros mayores son una extensión de sí mismos, es decir, forman parte de su familia, de su vida cotidiana, de sus momentos dulces y de sus momentos amargos. Una razón importante para que el animal acompañe a su dueño en su nuevo hogar es que, aportan a nuestros mayores una serie de beneficios increíbles.
Mejoran la calidad de vida en muchos aspectos, motivan la atención del anciano y despiertan su interés, ayudan a reducir el estrés del anciano simplemente con una caricia, con tocarlos, abrazarlos… Jugando con ellos, ayudan a estimularlos mentalmente a través del tacto, el olfato, el oído, y la mente se ponen en marcha a nivel de recuerdos, de situaciones vividas…"
Lo dicho al comienzo, algún día esto será la norma, no la excepción como ahora.
Porque esta reunión que compartimos aquí es tan tierna como triste. Este hombre tuvo que ingresar en una residencia tras perderlo todo, su hogar, su dinero, su perro... Su can fue a parar a una protectora donde, menos mal, su familia de acogida decidió adoptarlo. Un año después, su hija intentó localizar al can porque su padre se acordaba insistentemente, rezaba por él incluso. Y así se fraguó este encuentro.
Dadle al volumen y... tened pañuelos a mano.
La nueva familia de Inny, como se llama el can, ha prometido traerlo de visita a ver su anterior humano todas las veces que puedan.