Viajar con un perro en avión no debería de ser una película de terror. Volar con un perro en cabina no tendría porqué ser una experiencia estresante ni para los humanos ni para los animales. Pero la realidad, muchas veces, es que ir en avión con un can es una absoluta pesadilla.Es lo que le ha vivido a una persona (acostumbrada a viajar con perros) hace unos días al tomar un vuelo de Iberia desde el aeropuerto británico de Gatwick hasta Madrid. Nos ha contado lo sucedido para alertar y para evitar que esto mismo le pueda pasar a nadie más.
Como es fácil que a alguien le surja la duda, lo aclaramos al comienzo: no se puede volar con perro en cabina si viajas hacia el Reino Unido. Pero Iberia sí lo permite cuando el viaje es con origen en el Reino Unido.
"Comparto mi historia para que esto no le pase a nadie más. Dudo que ni Iberia ni Gatwick hagan nada al respecto.
El pasado sábado llegue al aeropuerto de Gatwick con mi perro, de 6 kg de peso, en una bolsa adecuada para volar en cabina, con Iberia, que permite que viajen animales de esa forma siempre que el peso de perro y transportín no supere los 8kg.
Viajamos porque nos mudamos de Inglaterra a Madrid.
Llegamos al check-in y ahí me informan que debo entregar mi perro a un miembro del equipo de Gatwick, que son las normas del aeropuerto.
Normas de las que nadie me informo cuando reserve el vuelo para viajar con mi perro. Normas que tampoco aparecen en la web del aeropuerto, donde indican específicamente que los perros que viajan en un vuelo sí pueden estar en los terminales.
Me explican que se llevarán al perro dentro del transportín y que lo sacarán a la pista de aterrizaje. Entonces, cuando yo esté en el avión, me devolverán a mi perro.
Les aclaro que la bolsa donde está mi perro no es rígida, está pensada para ir en cabina: es ligera para no superar los 8kg y flexible porque así el perro podrá ir a mis pies, delante del asiento. No es adecuada para dejarla sobre la pista de aterrizaje; si mi perro se asusta, algo lógico, podría escaparse.
Pregunto si va a haber alguien supervisando la bolsa en todo momento. Ni el personal de Iberia en el check-in, ni el del aeropuerto de Gatwick me aseguran que esto sea así.
Sin parar de tratar de razonar con ellos, entrego al personal de Gatwick la bolsa donde viaja mi perro mientras observo lo que hacen desde detrás de una barrera. Una mujer, miembro del equipo de seguridad, pone la bolsa con el perro en una mesa de más de un metro y medio de altura. El perro, asustado, se agita y la bolsa cae hacia un lado. La mujer no hace nada: va a buscar la varilla que usan para ver si hay sustancias tóxicas. Solo cuando la bolsa esta apunto de caer de la mesa, reacciona. Si la bolsa llega a caerse, mi perro, un salchicha de menos de 6kg se habría hecho mucho daño.
Entonces, como ya temìa, el perro escapa del transportín, tenemos que volver a meterle dentro, y de nuevo la persona de seguridad repite el mismo proceso.
Mi perro esta histérico, y yo a punto de estarlo. Siguen sin darme explicaciones de dónde va a estar el perro y con quien.
Cuando les doy una tarjeta con mis datos para que me contacten si hay algún problema, me dicen que no hace falta. Les digo que la única forma de identificación que lleva mi perro es una chapa, pero que no va a dejar que un desconocido se acerque a mirarla. Les da igual.
Cuando le pido a la de seguridad de Gatwick explicaciones, me dice que este no es su departamento, y que no es su problema.
Yo salgo corriendo para llegar a la puerta de embarque lo antes posible, mientas mi acompañante vuelve al check-in de Iberia y muestra toda su indignación para conseguir que entiendan lo importante que es que nos entreguen al perro lo antes posible; es un can muy nervioso y si no lo hacen la situación acabará en un desastre.
Al final, acceden a hacer una excepción y me entregan al perro en la puerta de embarque. El animal está jadeando, muy estresado. Con la ayuda de dos pasajeros súper amables, conseguimos que beba agua.
Obviamente, no volveré a hacer esto nunca más."
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