Los perros que son entrenados para ayudar a personas con autismo realizan una labor impresionante. Cuando acompañan a niños estos canes contribuyen a mantenerlos a salvo puesto que saben lo que deben hacer ante toda una serie de comportamientos: desde crisis de ansiedad a carreras inesperadas o intentos de fuga. Su presencia contribuye a mejorar la concentración, la comunicación verbal y no verbal, también enseñan a tolerar mejor la frustración... La madre de Rebecca lo tiene claro: Charlie es una bendición y no solo para su hija, para toda la familia.
Aquí podéis ver cómo este can, con su presencia, logra ayudar a calmar a Rebecca cuando ella tiene una crisis y no es capaz de explicar con palabras lo que le pasa.
Su madre explica la enorme diferencia que Charlie ha supuesto para todos. Su llegada marcó un antes y un después tanto en la autonomía de Rebecca como en su capacidad para ir aprendiendo y expresándose mejor.
El can es un miembro indispensable de esta familia.