Esta historia es triste y feliz al tiempo, porque es el reflejo de una realidad que no suele tener un desenlace tan bonito como éste, la realidad suele ser infinitamente más dramática. Pero a veces el destino tiene regalos inesperados como este: una mujer mayor ha podido reencontrarse con el pequeño can del que tuvo que despedirse, dejándolo en una perrera municipal, cuando ella ingresó en una residencia de ancianos donde, ya os imagináis, no son bienvenidos los perros. No tendría porqué ser así, veréis varios vídeos al final del texto sobre la labor de una organización en el Reino Unido que presta su ayuda en estos casos, tanto buscando residencias pet friendly como cuidando de los animales a través de una red de voluntarios.
Hace un año una mujer llamada Pam Snead adoptó a un perro en el Centro de Control Animal de Lancaster County, un pequeño can que entonces se llamaba Tippy y que, de hecho, sólo llevaba dos horas en esa perrera.
A Tippy lo dejó allí su dueña, Starr Friend, con la que había convivido siete años de su vida. Y lo dejó por una razón que ojalá pudiera evitarse: ella tenía que entrar en una residencia y allí no podía llevar al can. Tampoco tenía familia ni otra persona cercana a quien confiar su perro por lo que no tuvo más remedio que dejarlo en la perrera municipal.
Menos mal que el destino hizo que otra mujer viera al perro y no lo dudara: Pam Snead cuenta que se enamoró a primera vista del can y se lo llevó a casa con ella, llamándolo Eddie.
Entonces hace un mes la madre de Pam se rompió la cadera y tuvo que ingresar en un centro para hacer rehabilitación y recuperarse. Como no se encontraba muy bien de ánimos, Pam trajo a Eddie de visita. Y ahí fue cuando se produjo el milagro:
En un momento de descuido, Eddie salió del cuarto en el que estaba con Pam y su madre y se cruzó con... ¡su antigua dueña!. Ella no podía creer lo que veía, llamó a su Tippy y, claro, el perro saltó en su regazo.
Lo que es aún mejor es que Pam ha prometido llevar a Eddie / Tippy de visita todas las veces que haga falta, para que pueda seguir haciendo feliz a la persona que fue su familia durante siete años.
Es un drama, realmente, que una persona mayor tenga que separarse de ese ser que fue su compañero durante tantos años y, además, en un momento tan duro, el de dejar atrás su hogar y entrar en una residencia.
En el Reino Unido hay una organización cuyo objetivo es ayudar a las personas mayores o a los enfermos terminales que conviven con animales: en The Cinnmanon Trust hay miles de voluntarios que se ocupan de pasear o cuidar a los canes de personas mayores que tienen dificultad para moverse o que, directamente, no pueden salir de la cama, les buscan casas de acogidas temporales si tienen que pasar una temporada en el hospital... ¡Incluso se ocupan de buscar residencias que sean pet friendly!
Mirad cómo es de especial esta residencia... Sí, es posible.
En España empiezan a ser frecuentes los programas de terapias asistidas con animales en residencias de ancianos pero no es tan común que en esos centros se permita la presencia constante de perros o gatos. Parece que sólo tres residencias son pet friendly,ninguna de ellas pública -según un estudio de ADDA citado en Consumer.
