Alegra tiene 4 años y ha viajado varias veces antes en avión: este es su quinto vuelo, explica John, un trayecto entre Estocolmo y Atenas.
Él ha colocado una cámara en el fondo del transportín y así es como nosotros podemos (casi) sentir cómo es un viaje en avión, en bodega, desde el punto de vista de esta perra. Porque aquí podemos seguir todo lo que sucede en torno a Alegra y cómo lo vive ella, hasta que ya no puede ver nada.
Si pudiéramos elegir, la gran mayoría de personas perrunas preferirían que los canes pudieran ir siempre en cabina, para tenerlos cerca y evitarles el estrés que supone viajar en la bodega, el estrés y otros posibles riesgos.
Por eso mismo existe una plataforma que se llama Flytogether que lucha por conseguir eso mismo, que personas y perros puedan viajar siempre juntos.
En el caso de Alegra, ella parece ir relativamente tranquila aunque, en fin, su lenguaje corporal y el hecho de que gruña a una persona que se acerca podrían denotar que, en realidad, está estresada ante esa situación tan rara.
Pero lo que da más miedo, aunque sea antropomorfizar, viene al final: hay un momento en que parece que la grabación ha parado porque se ve todo negro pero no... el contador del vídeo sigue avanzando, lo que ha sucedido es que la bodega se ha quedado a oscuras, completamente a oscuras. Y si esperáis un poco más podréis escuchar el ruido del avión.
Mucho le pedimos a los perros si esperamos que no sufran ansiedad en este entorno.
Los humanos de este otro perrete, Wiley, también han grabado su viaje: este viajero empedernido lo lleva razonablemente bien, o eso parece transmitir. Aunque seguro que lo pasó mucho, mucho mejor cuando le llevaron en cabina y en primera clase.
Al menos en teoría: la zona donde viajan los perros podría tener luzy lo normal es que la temperatura esté controlada, que el piloto la fije de manera que los animales no pasen frío o calor, igual que en la cabina. Pero, aún así...
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