En estos días se está volviendo a hablar de la dramática historia de Chien Chih-cheng porque la muerte, el suicidio, de esta joven veterinaria ha desembocado en un cambio radical con respecto a las leyes de protección animal en Taiwan. No hay forma fácil de describir lo sucedido: la más aséptica, quizá, es la de la wikipedia pero sigue doliendo leer algo así. Con 32 años, Chien optó por inyectarse el mismo fármaco con el que se había visto obligada a sacrificar a cientos de perros. Tardó una semana en morir.
Chien, que dirigía una perrera en las afueras de Taipei, la misma en la que ella inicialmente entró como voluntaria, luchaba constantemente para dar a conocer la trágica realidad de los miles de canes abandonados a su suerte en Taiwan. Lo hizo a través de diversas entrevistas en prensa donde explicaba lo mal que lo llegaba a pasar por tener que sacrificar a esos perros que nadie quería. Ella se iba a casa llorando tras ver cómo en un solo día podían sacrificar hasta a 70 perros.
El problema de los abandonos en Taiwan viene de lejos: se calcula que en los 90 había más de 600.000 perros callejeros. Las brutales medidas emprendidas por los algunos ayuntamientos (enterraban vivos a los perros, los ahogaban...) desataron una oleada de protestas y entonces empezó a aplicarse la norma de coger a los perros callejeros, meterlos en perreras y sacrificarlos a las dos semanas si nadie los adoptaba.
Chien se convirtió en la cara visible de una dramática situación. Las perreras y protectoras no daban a basto, en 2016 recogieron a unos 70.000 animales y sacrificaron a unos 10.000, según el Taipei Times.
El problema adicional fue que su campaña para intentar que el Gobierno hiciera algo desembocó en una campaña de salvajes ataques contra ella en redes sociales. Según explican en la BBC: Cuando se supo que había sacrificado a 700 animales en dos años, fue apodada como"la hermosa asesina"y empezó a recibir insultos constantes.
Chien no pudo soportarlo. Se suicidó utilizando el mismo fármaco con el que había tenido que matar a tantísimos perros. Y su muerte se convirtió en un símbolo doble, por un lado de esos sacrificios de perros que nadie quería y por otro del poder descontrolado de las redes sociales sobre la vida de la gente.
Ella dejó varias notas en las que explicaba su dolor constante por tener que matar a tantos animales y en las que rogaba al Gobierno que actuara para atajar el problema:
"Espero que mi partida les permita darse cuenta que los animales abandonados también son vidas. Espero que el gobierno sepa de la importancia de controlar la fuente (del problema)… Por favor, valoren la vida".
Y así ha sido: el legado de Chien podría servir para ayudar a miles de perros en Taiwan. Tras su muerte, miles de personas presionaron al Gobierno para acelerar los cambios en materia de protección animal, para implantar el sacrificio cero y poner en marcha políticas que sirvan para ir controlando el problema de los perros abandonados.
Este mes, el 4 de febrero, ha entrado en vigor un nueva ley de protección animal. Ahora es ilegal el sacrificio de animales abandonados y el Gobierno ha asignado un presupuesto considerable para construir nuevos refugios para albergarlos. Se está fomentando también la esterilización, algo crucial puesto que las camadas no deseadas son, en todo el mundo, una de las principales causas del abandono. Y también se han tomado medidas para que los voluntarios y trabajadores de las perreras puedan recibir apoyo psicológico.
No será fácil, evidentemente, controlar un problema de superpoblación canina tan grave. Hay quien teme que solo sea un parche, como explican en el Washington Post, pero todo parece indicar que es un paso en la dirección adecuada, siempre que se acompañe de otras medidas que fomenten la adopción y la tenencia responsable, siempre que se castigue la cría ilegal y se apoye -con fondos públicos- a las protectoras o asociaciones que ayudan a los animales.