Kitbull es la historia de un pequeño minino que es todo ojos, un gatito que trata de demostrar que es feroz e independiente. Y de un gran Pitbull, un buenazo de perro que es obligado a pelear por los humanos. Los dos están igual de solos, los dos tienen el mismo miedo pero también la misma necesidad de conectar, de encontrar alguien con quien jugar, de encontrar a un amigo en un mundo que les es hostil.
Kitbull, dirigido por Rosana Sullivan, es una absoluta maravilla: logra transmitir el miedo y el dolor, la curiosidad del minino y la fidelidad del perro, también el espíritu juguetón de los dos protas de esta historia que emociona porque resulta creíble.
Tan bien hecho está que, avisamos, lo más probable es que os haga llorar a moco tendido.
Ojalá la realidad fuera como la pinta Pixar, ¿verdad? Ojalá...
Hay quien afirma que es peligroso edulcorar así la dura realidad de los Pit Bulls y otros canes considerados potencialmente peligrosos o la de los gatos abandonados un negro destino en la calle... Nosotros querríamos creer que un adulto será capaz de discernir entre la vida real y un cuento, en este caso un cuentito precioso que, al menos, logra compartir un mensaje positivo sobre los Pit Bulls.
Pero, en cualquier caso, parece importante que Pixar consiga lanzar un potente mensaje contra el estereotipo que rodea a los Pitbull y a las razas PPP en todo el mundo.
En este otro vídeo nos explican cómo ha sido el proceso de dibujo y animación del cortometraje, parte de la serie de #sparkshorts con la que Pixar Animation Studios busca dar a conocer nuevos talentos y también explorar nuevas formas de trabajar la animación.
La directora explica que todo comenzó por su obsesión por los vídeos de gatitos en youtube: los veía porque eran relajantes y entonces decidió dibujar algo inspirado en ellos y así empezó esta historia, inspirada sobre todo por su propia infancia, puesto que ella -como el minino- era una niña pequeña tímida a la que le costaba conectar con los otros.
