Según la descripción oficial de Boo!, este corto -el proyecto de final de carrera de Nanae Ando y Ogino Yuichiro- es una historia en clave de humor sobre "un perro muy mono y un bebé adorable que tratan de llevarse bien hasta que un día el perro puede que acabe harto".
Desde el punto de vista del buenazo de Boo, el can, el churumbel de la casa es literalmente Godzilla. Un ser imprevisible que no solo invade su espacio sin avisar sino que gesticula de unaforma que a Boo, como a muchos otros perros, les podría resultar amenazante.
Capaz que lo que narran en este simpático corto a muchas personas les pueda recordar a los perros de su infancia, esos que quizá aguantaban estoicos diversas barrabasadas infantiles.
Y aunque no sea su objetivo, este cortometraje también podría servir para hacernos reflexionar: la situación que se describe aquí podría haber acabado muy mal (y de hecho, acaba mal en demasiadas ocasiones).
Las estadísticas revelan que más de la mitad de las lesiones por mordedura de perro se producen en el hogar, con perros conocidos. Y muchas veces sucede al sobresaltar a un perro que estaba durmiendo.
De ahí que la supervisión sea clave cuando los niños pequeños interactuan con perros, incluyendo con los canes de la familia, y que sea tan importante enseñar a los pequeños que los perros necesitan su espacio, que no son juguetes.
Otro asunto a tener en cuenta es que ciertos adultos y una gran mayoría de los niños pequeños no saben interpretar correctamente los mensajes que los perros tratan de transmitirles.
Un can que está agobiado, que necesite que le dejen un poco tranquilo, utilizará señales de calma -bostezos, giros de cabeza, lametones en el hocicio, etc.-para intentar dejar claro que no está cómodo con la situación.
Esto es algo que un niño pequeño seguramente no sepa identificar.
Lo podéis ver en este otro vídeo, un ejemplo clásico que ya hemos compartido alguna otra vez: un vídeo que se hizo viral porque es, en teoría, adorable, pero que muestra a un perro que está diciendo, a su manera, que está incómodo y quiere que le dejen en paz.
Si el niño ignora todas estas señales,como suele suceder, la situación puede terminar mal porque el can, si no le dejan otro recurso, después de indicar a su manera que necesita espacio, puede acabar mordiendo.
Echad un vistazo a la historia de Mickey, un Pit Bull que deberá pasar toda su vida encerrado porque mordió a un niño.Y él, se puede decir, ha tenido suerte porque lo normal es que tras un incidente así el can sea sacrificado cuando, si se analiza lo sucedido, él no era realmente el culpable.