Se llama Chispi, Chispita, y es una chihuahua jovenzuela y feliz. Ella cree que es normal, dice su familia, que la quiere con locura. Pero Chispi nació sin sus patas delanteras y aunque corretea a su manera, algo que tiene en común con otros perros bípedos como Walter o Duncan Lou, a la larga se haría daño en la espalda y en las patas traseras por apoyar mal todo su peso.
Su familia acudió a un evento de la ASPCA en Nueva York y así fue como esta organización conoció a Chispi y decidió echarle una (gran) pata.
Tuvieron que hacerle un molde de su cuerpo para así poder crear una silla de ruedas especial para ella. Y Chispi ahora vuela feliz con sus nuevas patas.