Un can viejito y su dueña, una mujer mayor, han vuelto a nacer hace unas semanas: ambas estaban paseando junto a un río cuando la perra, que tiene 13 años, se resbaló y cayó al agua ante la mirada desesperada de su humana. En ese momento, cuando estaba pensando en lanzarse al río, apareció un joven desconocido quien, tras quitarse la ropa, saltó al agua para salvar al can.
Vaya susto se debió de llevar Sara Melnikoff. Ella ha compartido la historia en su facebook, os la traducimos:
"Mi querida perra Carli fue arrastrada por la fuerte corriente de Mill Creek esta mañana en la zona de Powerdam. Vi cómo se la llevaba el río a toda velocidad, ella a duras penas lograba mantener la cabeza a flote. Yo corría, llamándola, cuando llegué al área que está sobre Tea Cup. Me iba a quitar los zapatos para entrar al agua e intentar cogerla cuando un joven apareció de la nada, se quitó la ropa, quedándose en calzoncillos. Él se tiró al agua, esquivando rocas resbaladizas mientras las fuertes corrientes le zarandeaban. Logró coger a Carli en un poco más abajo, a una cierta distancia. Ella estaba temblando como una hoja, casi sin energía. Tiene artritis en sus patas traseras y tiene 13 años y está medio senil. (¡Como yo!).
Yo estaba temblando y llorosa cuando me trajo a Carli. Le pregunté su nombre y le di un gran abrazo. Le pregunté por su organización benéfica favorita para poder donar dinero en su nombre y resulta que él es el responsable de una organización sin ánimo de lucro: Big Heart, Big Hands. Echadles un ojo.
Se llama Bobby L'Heureux y nunca podré agradecerle lo suficiente que haya salvado a mi niña. ¡Gracias Bobby!"
¡Menos mal que estaba allí este hombre! Además, si miráis el facebook de Big Hearts, Big Hands, esa organización justo se dedica a fomentar la seguridad en la naturaleza y en la montaña. De hecho, explican, no recomiendan a nadie lanzarse al agua como lo hizo Bobby, salvo que, como él, hayan sido entrenados para ello.
Han recibido decenas de mensajes emocionadosy seguro que también cientos de donaciones. A veces el destino conspira para que sucedan pequeños milagros cotidianos.