Los ladridos son una forma de comunicación: un perro puede ladrar porinfinitas razones, desde para jugar hasta para llamar la atención de sus humanos, porque está contento o para dar la voz de alarma, pero también por ansiedad, dolor, estrés o frustración.
Y aunque las personas, con frecuencia, seamos malas traductoras de ladridos a nadie se le escapa que una cosa es un ladrido de aviso o de invitación al juego y otra esos ladridos que no cesan, los ladridos compulsivos que generan angustia y estrés en cualquiera que los escuche (porque, generalmente, también significan que ese can está angustiado y estresado).
Lo importante siempre será entender la razón por la que ladra un perro y no castigar a un perro que solo trata de comunicarse.
Si un perro no para de ladrar cuando se queda solo o si un perro ladra ante cualquier ruido o ante cualquier estímulo, lo más probable es que ese can tenga algún problema: puede ser de conducta -ansiedad por separación, etc- pero también físico.
Por eso lo primero sería hablar con un veterinario para descartar que el can tenga alguna dolencia que le cause dolor. Y entonces contactar con un etólogo o con un buen educador canino para descubrir porqué ladra el can e intentar poner remedio a ese comportamiento no deseado. No será de un día para otro pero se consigue.
Hay quien, por desconocimiento o por pereza, prefiere las "soluciones" milagro, como lo de las cremas que te crean abdominales barra de chocolate mientras duermes, y optan por colocarle al can un collar que emite descargas cada vez que ladra...
Este tipo de artilugios no son recomendables por multitud de razones (veterinarios y etólogos de todo el mundo desaconsejan su uso, están prohibidos en muchos países, a partir de septiembre también en España una vez que entre en vigor la Ley de Bienestar Animal que prohibe: "el uso de cualquier herramienta de manejo que pueda causar lesiones al animal, en particular collares eléctricos, de impulsos, de castigo o de ahogo.")
Pero la realidad es que aún hay demasiada gente que se apoya en estos artilugios, como sucede en este cortometraje de animación del australiano Steve Baker que ganó un puñado de premios cuando se presentó, hace ya más de una década.
El prota es un expresivo can de ojos grandes que no para de ladrar: en vez de tratar el problema o entender porqué lo hace, alguien decide colocarle uno de esos temidos collares eléctricos...
Digamos que el resultado no es ni el esperado ni el deseado por los que querían que parara de ladrar. El pobre perrusco intenta evitar las descargas, pase lo que pase... y ¡vaya si pasan cosas ante sus enormes ojos!
Hay un momento un tanto gore, en versión humor. Y por eso mismo se podría decir que es una forma diferente y divertida de mostrar porqué no se deben usar estos artilugios infernales.
También se podría decir que -pequeño spoiler- de alguna manera el can, al final, se sale con la suya.
Y, de propina, otro vídeo que trata el asunto también en clave de humor. Para recalcar el mismo mensaje: si tu perro ladra en exceso, la solución no es colocarle un collar eléctrico o de descargas o de castigo. Habla con un educador canino para intentar tratar el problema y no poner un parche que resulte aún más peligroso.
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