Pip es un can jovenzuelo al que tuvieron toda su vida dentro de un cobertizo. Le daban de comer y de beber, sí, pero poco más. Pasaba sus días solo, sin ninguna compañía. Pero ahora todo eso ha cambiado, como podréis ver. PETA consiguió que sus inhumanos dueños cedieran su custodia y así pudo ser rescatado: solo pasó unos días en la protectora, en Norfolk SPCA, antes de ser adoptado por una buena familia.
Situaciones como la que se muestran en este vídeo son un ejemplo más de porqué no nos merecemos a los perros: no nos merecemos su infinita capacidad para ser felices y olvidar todo lo malo a la velocidad del rayo. Sus enormes ganas de querer a los humanos, incluso cuando los humanos a ellos no les han hecho más que daño.
Menos mal que Pip podrá dejar todo esto atrás y disfrutar de su nueva vida en familia.
Si estás pensando compartir tu vida con un perro, pásate por alguna protectora, o al menos entra en sus redes sociales... hay cientos, miles de perros de todos los tamaños, razas y edades que solo necesitan que alguien se fije en ellos y les regale su tiempo y su cariño. Adoptar con responsabilidad es una opción que salva vidas perrunas y que las alegra y cambia vidas humanas.