La buena noticia es que la nueva Ley de Bienestar Animal aprobada recientemente en España, una normativa que entrará oficialmente en vigor en septiembre 2023, dice textualmente:
"Se prohíbe el uso de cualquier herramienta de manejo que pueda causar lesiones al animal, en particular collares eléctricos, de impulsos, de castigo o de ahogo."
Esto debería significar el final de ese tipo de artilugios en nuestro país pero la mala noticia es que, por el momento, es poco probable que eso suceda.
Por un lado, no se ha prohibido su venta y por otro, como bien sabéis, la Ley de Bienestar Animal no es aplicable a todos los perros. Quedan excluidos los perros de caza, rehalas y animales auxiliares de caza así como perros de trabajo y de pastoreo.Todos ellos, en teoría, "quedarán protegidos por la normativa vigente europea, estatal y autonómica correspondiente, y que les sea de aplicación al margen de esta ley."
Si tiramos de legislación autonómica, estos collares están ya prohibidos -para todos los perros, al menos en teoría- en Madrid, Galicia, Valencia y en La Rioja.
Y, claro, las imágenes que comparten desde la protectora Galgos del Sol son de una perra de caza; el uso de ese tipo de collares es bastante frecuente en este ámbito. Así le han dejado a esta pobre el cuello por utilizar uno de esos collares eléctricos que tantos insisten en que no hacen daño.
La publicación de Galgos del Sol ha desatado una oleada de comentarios con la habitual división de opiniones. La mayoría condenan enérgicamente el uso de los collares eléctricos pero sigue habiendo quien aboga por utilizarlos siempre que se garantice que no se daña a los perros. Sigue habiendo quien dice que mejor usar uno de estos cacharros si así se consiguen resultados.
¿Es eso posible? Pues lo cierto es que hay cada vez más estudios que certifican que los perros aprenden mejor cuando se les enseña a través de la educación en positivo, SIN utilizar collares eléctricos o de castigo.
También los etólogos de GEMCA, el Grupo de Especialidad en Medicina del Comportamiento Animal de AVEPA, citando otros estudios concluyen lo mismo: ofrecen (al menos) 10 razones por las que no se debería utilizar nunca este tipo de collares.
Están particularmente contraindicados cuando a través de ellos se pretende solucionar un problema de conducta, recalcan desde el GEMCA: no toman en consideración la causa del problema, ni tratan de corregirla, por lo que con su uso el problema puede empeorar, quedar enmascarado o terminar por expresarse de otra manera.
El uso de estos collares está prohibido en Alemania, Dinamarca, Austria, Suecia, Australia y en Francia están a punto de hacerlo.
En el Reino Unido, pese a que así lo anunció el Gobierno en 2018, siguen sin haberse prohibido, como siguen recordando con regularidad organizaciones como Dogs Trust, contrarias a cualquier método de interacción con los perros que pueda poner en riesgo su bienestar.
Esperemos que la entrada en vigor de la Ley de Bienestar Animal sirva para que veamos cada vez menos collares así y para que se fomente la educación canina respetuosa.
Y terminamos con la versión chistosa de una realidad que, ojalá, pronto sea cosa del pasado.
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