Miquel Sorell es creador y viajero, sobre todo viajero independiente: él ha creado un proyecto vital y documental que se llama, apropiadamente "Ser Nómada" y aunque sus primeros periplos por África fueron en solitario ahora ya no es así porque a su lado está el perro que adoptó, Luca, al que ha ido poco a poco habituando a acompañarle para que pueda disfrutar también a la manera perruna del viaje en bici que han emprendido desde México por América Latina.
"El viaje ahora es de dos, somos un equipo, y me adaptaré a tí así como tú lo haces conmigo. Aunque a veces me cabree contigo, te quiero pequeñín."
"Luca estaba en adopción, tenía un año y pico (no se sabe exactamente). Un cazador de Mallorca se lo regaló a una familia con hijos que vivían en la ciudad. Los padres se separaron, y cuando lo adopté, me dijeron que ésta familia lo tenía la mayor parte del tiempo atado porque rompía cosas de la casa. En su cuello se podía ver la marca del collar", explicaba Miquel en sus redes.
Ya están en México, dispuestos a comenzar una nueva y estupenda aventura juntos que les llevará a recorrer el continente en los próximos años:
"Tardaré porque voy con calma, paradas largas de la que pierdes la cuenta de días, intentar sobrevivir del viaje, conocer y hablar con la gente... Vivir. Vivir es lo que hacemos, cada uno con nuestros factores y nuestros decisiones."
Si le seguís en sus redes os va a dar mucha envidia y ganas de viajar, eso está garantizado, pero además es muy chulo cómo ha contado el proceso que él ha seguido para incorporar a Luca a su forma de disfrutar de la vida, en movimiento y con libertad.
Porque para alguien que dice no tener experiencia con perros le da una lección enorme a muchos de esos presuntos profesionales que siguen insistiendo en que las personas han de ser los líderes de no sé qué manada y demostrar a los perros quién tiene el control a base de correcciones y diversas barbaridades que tanto daño pueden hacer a los canes.
"Desde que estamos juntos, veo un gran cambio en él. No es un perro fácil de los que se quedan a tu ladito sin moverse. Es muy inteligente, y no es el perro más obediente. A veces no ha sido fácil, supongo que la situación que vivió anteriormente afectó negativamente en él. Pero también merecía una segunda oportunidad.
Seguimos entrenando, aunque cuando pasea sin correa suele ir oliendo y explorando, lo veo atento. Quiero que explore su libertad, que él aprenda a encontrarme y no al revés. A veces es estresante porque se va lejos, pero luego vuelve.
Entonces Luca también me ha enseñado mucho. Me hace de espejo y me enseña cosas de mí que no sabía. Quiero darle la libertad que creo que un perro merece, no quiero humanizarlo ni cambiarle. Pero no puedo obviar cómo es él, a veces tengo que atarlo porque no quiero que un coche se lo lleve por delante.
Hay perros y perros, y por mi poca experiencia, la gente te dirá haz tal, haz lo otro. Pero en realidad a mí lo que más me ha servido es observarlo y entenderlo. Con paciencia y amor nos vamos acostumbrando el uno al otro, formamos un equipo. Cada uno con nuestras debilidades y puntos fuertes, pero es un gran compañero de vidaje.
Y no sabe la que le espera, pero lo veo muy feliz en el nomadismo, corriendo, acampando...
Y Luca, te digo algo, el viaje ahora es de dos, somos un equipo, y me adaptaré a tí así como tú lo haces conmigo. Aunque a veces me cabree contigo, te quiero pequeñín."
Aquí podéis verles en acción -y suspirar de envidia de nuevo-
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