La agresividad no es un comportamiento en sí mismo sino una interpretación humana de un comportamiento canino, opina el Dr. Daniel Mills, conocido y reconocido veterinario, biólogo y experto en comportamiento canino,
Esta interpretación depende del contexto, la motivación del perro y las emociones del observador. Es decir, depende de si la persona que observa ese comportamiento (por ejemplo un gruñido) cree que lo que está viendo es peligroso o causará un daño, independientemente de si es así o no.
Y, claramente, esa interpretación puede variar mucho de persona a persona. El consejo del profesor Mills es evitar simplificaciones excesivas y buscar comprender el contexto, las motivaciones y las emociones del perro. Construir una relación segura y predecible basada en la confianza y el respeto es fundamental para prevenir y gestionar la agresividad canina.
Etiquetar a un perro como "agresivo" crea un sesgo de confirmación y lleva a los observadores a interpretar todas las acciones del perro a través de esa lente, incluso comportamientos normales.
Para abordar y comprender la agresividad es imprescindible considerar las emociones caninas como el miedo o la frustración.
¿Cuáles son las causas de la agresividad en los perros?
Son complejas y multifacéticas, influenciadas por factores como la cría, la socialización, el entorno del hogar y la relación con sus tutores, explica Daniel Mills en esta charla del podcast "The Bitey End of the Dog".
En contraste con los perros en entornos más naturales, donde la presión selectiva natural elimina a los individuos agresivos, los perros domésticos modernos están protegidos de muchas de las consecuencias de su comportamiento. Esto significa que los perros con predisposiciones a la agresividad pueden sobrevivir y reproducirse, transmitiendo estas tendencias a sus crías.
Aquí hay algunas de las causas más concretas:
● Cría Irresponsable: la cría que solo tiene en cuenta la apariencia de los canes en lugar de su salud o temperamento puede resultar en perros con predisposiciones genéticas a la agresión.
● Socialización Inadecuada: la falta de exposición adecuada a diversas personas, animales y entornos durante la etapa crucial de socialización del cachorro puede aumentar el riesgo de agresividad.
● Entornos Restrictivos: mantener a los perros confinados en casa durante largos períodos (como sucedió durante la pandemia) puede generar frustración y estrés, lo que lleva a un aumento de la agresión.
● Relaciones Inseguras con los tutores: los perros cuyos tutores son impredecibles, que pasan del cuánto te quiero al enfado máximo por cualquier cosa (es decir, los perros que conviven con un apego inseguro porque su tutor pasa del afecto al castigo) tienen más probabilidades de mostrar agresión. Para el profesor Mills este tipo de relación es particularmente dañina y peligrosa.
● Uso de Castigos: El uso de métodos aversivos en el adiestramiento canino puede dañar la confianza del perro en su tutor y aumentar la probabilidad de agresión.
Y, recalca el profesor Mills: cada perro es un individuo y la agresividad nunca debe atribuirse únicamente a su raza. Sí, la genética puede desempeñar un papel pero el entorno y las experiencias del perro son cruciales.
El Dr. Mills ofrece algunos consejos para evitar que surjan los problemas en casa, entre otros crear crear un “refugio seguro” para el perro, un espacio claramente delimitado donde el can tiene control total y no se le imponen interacciones. Este espacio le brinda al perro autonomía y reduce el estrés. Además, aconseja observar atentamente al perro, permitiendo que tome decisiones y aprendiendo a interpretar su lenguaje corporal.
PD: Vilma, en la foto que encabeza el texto, NO es una perra que muestre agresividad. Ella y Tía juegan en plan bruto con cierta frecuencia sin hacerse nunca daño.
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