Hay muchas, muchísimas historias de "rescates mutuos", de perros adoptados que llegan a las vidas de sus humanos y las transforman para mejor y para siempre. Algunas de ellas las han ido compartiendo, en versión cortometraje, desde una organización sin ánimo de lucro llamada justamente Mutual Rescue: su objetivo es fomentar la adopción y mostrar que al ayudar a los animales también estamos ayudando a las personas.
Su mensaje va directo al corazón y contiene una verdad que cualquiera que ha tenido la suerte de ser querido por un perro reconoce:los canes nos hacen mejores personas.
La perra Jazz ha sido un apoyo imprescindible en la vida de Kimo y también ha sido el nexo de unión con otras personas, con su propio padre, y la inspiración para todo un proyecto de vida.
Una historia preciosa de cómo los perros sanan con su presencia, de cómo logran establecer un lenguaje común entre personas que, superficialmente, pueden ser muy distintas.
Porque Kimo se había sentido siempre aislado, alejado incluso de su familia por un secreto que le costaba compartir con ellos (es gay, algo que su religión y su cultura consideraban pecado) pero Jazz le ayudó de infinitas maneras a conectar de nuevo.
Y no solo eso, como veréis, ella también ha sido la inspiración para que Kimo y otros amigos crearan una organización que -como hace Asociación Feel en España- se ocupa temporalmente de los animales de compañía de personas en situación de riesgo, un colectivo con el que Kimo también conectó a través de sus perros.
Ahora Jazz ya no está, pero su legado permanece. Y Kubo es el actual compañero perruno de Kimo... su nexo de unión con todos los demás.
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