Jason no sabe quién rescató a quién y tampoco le importa. Su vida, su manera de ver la vida y de afrontar los retos y problemas cotidianos, ha cambiado radicalmente gracias a Sugar Mama, la perra a la que él comenzó a entrenar estando en prisión. Un can que -como él- tenía un pasado complicado, ella había sido maltratada y obligada a pelear pero pese a eso seguía teniendo ganas de ser feliz. Con su ayuda y la de varias organizaciones que trabajan con presos, Jason es una persona diferente ahora que ha dejado atrás la cárcel. Y viendo su fortísimo vínculo con Sugar Mama, le permitieron adoptarla: ahora son inseparables y, además, su historia les ha valido un premio solidario que ayudará a la protectora que rescató a Sugar Mama.
"He pasado mucho tiempo en la cárcel. He cumplido 14 años y 10 meses de una sentencia mínima obligatoria de 15 años. Crecí entre rejas. Pero esta historia no es solo sobre mí sino sobre mi perro, Sugar Mama, el perro más adorable que he conocido.
Tardó tiempo confiar en mí lo suficiente como para acostarse a mi lado o lamerme la cabeza hasta dejarme calvo.
Eso es porque Sugar Mama fue rescatada de un red de peleas de perros donde donde fue utilizada y abusada por diversión, por dinero.
(...) Esta perra ha cambiado mi vida en los últimos cinco meses.Estar en la cárcel me había endurecido pero Sugar Mama me derrite el corazón.."
Su historia ha sido compartida por los medios y por asociaciones que ayudan a los animales porque... inspira y muestra la importancia que puede llegar a tener un perro, un solo perro.