El 3 de noviembre de 1957 una perra callejera de Moscú tuvo la mala fortuna de ser elegida para viajar al espacio sin billete de vuelta: nadie esperaba que Laika, como la llamaron, sobreviviera. La perra estaba ahí solo para que los humanos pudieran estudiar la posibilidad de lanzar, en un futuro, viajes tripulados al espacio.
La historia original es evidentemente tremendamente triste y refleja cómo se trataba antes a los perros, como si fueran objetos de usar y tirar. Porque después de Laika, la URSS envió a otros ocho perros al espacio, seis regresaron con vida a la tierra.
Por eso hemos incluido un spoiler bien claro hasta en el título: para que podáis ver esta nueva versión de Laika, la que narra el cortometraje (de terror, ojo) escrito y dirigido por Adam Fair.
Aquí Laika se revela más fuerte y resiliente que esos humanos que la enviaron a la muerte... Más cañera, imposible, pero mueve el rabillo con el mismo garbo que cualquier perro.
No es el primer corto que imagina un final feliz para Laika pero los anteriores tiraron por derroteros menos gore.
Hay que ver la cantidad de obras de todo tipo que ha inspirado la historia de este can, conocida a su pesar por ser la primera perra astronauta. "Y si hacemos caso a la leyenda, en la tierra hay una perra menos y en el cielo una estrella más".
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