Los perros de terapia o de asistencia pueden mejorar considerablemente calidad de vida de niños con Síndrome de Down, tanto a nivel práctico como emocional. Desde ayudar a mejorar sus habilidades sociales a servir de nexo de unión con otras personas, aportar independencia, reducir el estrés e incluso ser la principal motivación para aprender nuevas habilidades, como podréis ver en estos reportajes.
Barley es mucho más que el compañero fiel de Andi: ella tiene Síndrome de Down y Barley, perro de asistencia, está entrenado para ayudarla y motivarla desde que se levanta hasta que se acuesta, con él también acurrucado a sus pies.
Andy y Barley protagonizaron un reportaje de lo más bonito, el que podréis ver a continuación. Es parte de una serie de historias emotivas, de esas que hacen llorar de felicidad, compartida por Kleenex.
Y sí... ciertamente se necesitan pañuelos al ver a esta pareja y, sobre todo, al escuchar a la madre de Andi explicar cómo el can enseña independencia a Andi y cómo es su mejor amigo: él no percibe ninguna minusvalía, él ve todo lo que es bello en Andi. Él la ve a ella, sencillamente.
En el caso de Noah, un niño que también tiene Síndrome de Down, es Rick, su padre quien comparte su día a día, ofreciendo consejos al mostrar todo lo que va aprendiendo y haciendo Noah, como en esta escena, cuando Noah era chiquito, en la que aprendía a andar junto a un perro de terapia:
Lo explican con más detalle -y muchas fotos de Noah extra feliz- en su blog.
Su "educación perruna" no quedó ahí puesto que en su familia ahora hay un guapo Goldendoodle llamado Jake a quien Noah ayuda a entrenar.