Cada vez hay más ejemplos de perretes que parecen comunicarse con sus familias a través de tableros o botones de sonido que les permiten "hablar" al pulsar sobre botones concretos asociados con palabras o frases concretas.
Es el caso de Bunny o de Stella, cuya humana, la logopeda Christina Hunger, fue la primera en desarrollar este método (publicando posteriormente un libro particularmente didáctico en el que explica paso a paso cómo lograr que cualquier can sea capaz de utilizar esos botones de sonido).
Ahora un nuevo estudio de la Universidad de California publicado en Nature vuelve a demostrar que esas interacciones no son accidentales ni aleatorias y que los canes no se limitan a repetir las acciones de sus tutores. Es decir, sí, se puede afirmar que los perros se están comunicando a través de los tableros de sonido.
Los investigadores han analizado un amplio conjunto de datos de pulsaciones de botones realizadas por los perros para determinar si realmente eran intencionales: identificaron patrones recurrentes y el contexto en el que se producían (evaluaron, por ejemplo, si las pulsaciones se relacionaban con eventos específicos, como pedir comida, salir al exterior o interactuar con sus tutores).
También se consideraron factores como el tiempo entre pulsaciones y las respuestas humanas para distinguir si los perros pulsaban por casualidad o en función de una necesidad concreta.
Control de la influencia humana
Para descartar que las pulsaciones fueran simples imitaciones de lo que hacían las personas, se diseñaron pruebas donde los humanos se mantenían neutrales o no intervenían en el uso del tablero. Además, las pulsaciones de los perros se compararon con las palabras utilizadas por sus tutores para comprobar si los animales eran capaces de generar combinaciones nuevas o mensajes independientes.
Esta metodología permitió confirmar que las acciones de los perros no eran repetitivas ni aleatorias, sino que tenían una intención comunicativa propia.
Los resultados sugieren que los perros no solo comprenden la funcionalidad del tablero de sonido, sino que también lo utilizan de manera intencional para comunicarse. Además, se observó que las secuencias de pulsaciones variaban según el contexto y las necesidades del perro, indicando una comprensión contextual y una capacidad para expresar diferentes mensajes.
Estos hallazgos abren nuevas vías para comprender la cognición canina y mejorar la comunicación entre humanos y perros, lo que podría tener implicaciones significativas para el bienestar animal y la educación canina.
PD: SI queréis enseñar a vuestros canes cómo usar estos botones, el libro de Christina Hunger está disponible en castellano:
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