En Dnipro, Ucrania, hay perros entrenados para la búsqueda y rescate de personas, canes que, junto a sus guías, normalmente se dedican a localizar seres humanos (tanto vivos como fallecidos) bajo los escombros generados por la guerra, por las bombas lanzadas desde Rusia. Una labor crucial y lógicamente durísima para los equipos que tienen que enfrentarse con la muerte de forma cotidiana.
Estos mismos perretes, como John, tienen también otra tarea, igual de importante, ayudar a los soldados heridos a recuperarse. Su capacidad para conectar con las personas, para aportar algo que ningún humano podría, tiene efectos impresionantes.
Como en el caso de Maksym...
Maksym, un soldado voluntario, sufrió una lesión extremadamente grave cuando un dron explotó a su lado. A punto estuvo de morir debido a las heridas tan severas que tenía en la cabeza.
Tras varias cirugías y un año de hospitalización, su recuperación iba muy lenta. Parecía que había perdido la capacidad del habla. Hasta que empezó su terapia con John, el perro...
Gracias a sus interacciones con John, Maksym ha empezado a hablar, poquito a poco.
No es la primera vez que la presencia de estos perros, convertidos en terapéutas de cuatro patas, le cambia la vida a los enfermos o a personas afectadas por la guerra en Ucrania: además de con soldados heridos o que sufren estrés postraumático, hay perros de terapia trabajando también con niños y con más víctimas de este atroz conflicto.
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