Es como un hipopótamo sin orejas, dice su familia con cariño: una perra extremadamente feliz y simpática que adora a los humanos. Y eso que cuando Calista fue rescatada de la calle estaba tan débil y tenía tales heridas que pensaron que no sobreviviría.
En su pasado hay peleas de perros y maltrato. En su presente, mimos y juegos y unos humanos que la adoran.
Es más, todos saben que Calista es más feliz cuando puede estar rodeada de humanos así que se ha convertido en una gran embajadora a favor de la causa de los Pit Bull, para mostrar que no son ni mucho menos perros inherentemente violentos o agresivos.
Calista significa "La más bella", un nombre al que hace honor esta perra. Ella -y su familia- son un verdadero ejemplo.
Habréis visto en el vídeo que Calista es guapérrima y que lleva una especie de funda en la cola... Es, justamente, porque no para de mover el rabillo y lo hace con tanta intensidad que se lastima el rabo.
Por eso su familia ya se ha acostumbrado a vendársela para tratar lo que se conoce como "Happy Tail Syndrome" o, en algunos casos, "Limber Tail". Es el Síndrome de la Cola Feliz también conocido en castellano como Síndrome de la Cola Fría o Cola Rota.
Es más común en razas como los Labradores, Beagles, Setters y también los Pit Bulls. No está del todo claro porque algunos perros de estas razas desarrollan este síndrome y otros no, parece que tiene que ver con la genética y también con el clima: aquellos que viven en zonas más frías son más propensos a desarrollarlo. Anteriormente se pensaba que nadar era un factor de riesgo y algunos estudios avalan la teoría.
En casos como el de Calista, parece que de tanto golpear su rabo contra el suelo o ciertos objetos, los perros se hacen una herida en la punta de la cola, una herida que tiende a sangrar considerablemente. De ahí que una de los tratamientos más habituales es limpiar la herida y desinfectarla y luego colocar una venda -siempre tras consultarlo con el veterinario.
Otro tipo de Cola Feliz es más similar a un un esguince y en ese caso la solución pasa por el reposo y, si el veterinario así lo indica, antiflamatorios.
Los síntomas generalmente se resuelven en unos pocos días o semanas pero si le sucede a tu perro, lo mejor que puedes hacer es hablar con tu vete para que pueda indicarte las pautas más recomendables.