Esta historia ha dado la vuelta al mundo y tiene todo el potencial para acabar llegando al cine: un drama con final feliz en torno a la amistad inquebrantable y fabulosa de una perra y un ave. Una staffie llamada Peggy y una urraca llamada Molly.
Y es que Peggy -una simpática Staffordshire Bull Terrier- y Molly -la urraca, que es macho pese al nombre- habían sido separadas por el Gobierno de Queensland, donde viven: al alcanzar tantísima fama en redes (la pareja tiene hasta un libro sobre sus aventuras) hubo también muchas quejas y denuncias porque no es legal tener a una urraca como animal de compañía.
Y el pasado mes de marzo, tras cuatro años con ellos, les obligaron a entregar a Molly, al que habían criado desde pequeño.
Por fin, desde ayer, Peggy y Molly vuelven a estar juntas. Juliette Wells y Reece Mortensen, emocionados y felices, lo han compartido en sus redes sociales donde más de 1 millón de personas siguen el día a día de esta gran familia perri-humana junto a su urraca.
Todo comenzó en 2020: dando un paseo con la perra por el parque se toparon con un pequeño pájaro en el suelo. Sabiendo que su vida corría peligro, porque esa era una zona de juegos de perros sin correa, decidieron rescatarlo.
Entonces sudeció algo absolutamente inesperado: Peggy tuvo un embarazo psicológico y empezó a producir leche. El vínculo entre ambas fue así de fuerte desde el principio: Peggy veía a Molly como su hija y la urraca, igual.
Luego llegó Ruby, hija de Peggy, y desde entonces el trío era inseparable.
Hasta que, hace un mes (cuando Molly ya llevaba con ellos cuatro años), les obligaron a entregarlo al Departamento de Medio Ambiente, Ciencia e Innovación (DESI), porque la urraca fue "sacada de la naturaleza y mantenida ilegalmente sin permiso, licencia o autoridad".
Había habido diversas denuncias y los responsables de DESI decidieron que tenían que intervenir.
Evidentemente cuando compartieron la noticia en sus redes el escándalo y el enfado de sus seguidores fue mayúsculo, hubo una recogida de firmas y hasta el Primer Ministro de Queensland intervino en su favor.
Así es como la historia ha tenido un final feliz: al comprobar que el ave no podría ser devuelto a la naturaleza puesto que ha vivido desde pequeño en una familia humana, les han dado una licencia especial para poder seguir cuidando de Molly.
Les han puesto algunas condiciones, deben aprender cómo atender las necesidades del animal y no pueden beneficiarse económicamente de ninguna manera con el ave o su imagen.
Pero lo que sí podrán seguir haciendo es alegrarle el día a miles de personas al compartir las aventuras de este trío tan fabuloso.
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