Desde que he descubierto sus maravillosos e hiperrealistas cuadros de una adolescente y su pequeño gran perro, no puedo parar de mirarlos. La obra del coreano Jeong Woo Jae tiene, para mí, algo hipnótico y también tranquilizador. Sus cuadros son como cuentos que resultan reales. Memorias que resuenan.
Su representación del vínculo entre humanos y canes ofrece, lógicamente, diversas lecturas pero ya a primera vista resulta evidente:la influencia de los perros sobre nosotros es desproporcionada, seguramente mayor de lo razonable para los que no han compartido su vida con un can. Son nuestros guardianes, en el buen sentido de la palabra (el que guarda algo y cuida de ello).
Jeong mezcla imaginación con realidad: a partir de fotos de lugares reales en Seul, él crea escenas protagonizadas por una adolescente y su perro, siempre poniendo de relieve la relación entre ambos.
Jeong, explican en la galería Shine Artists de Londres, trata de mostrar la dualidad en la relación entre humanos y animales: en teoría es el humano quien se ocupa de cuidar al perro, en teoría el humano es superior, pero los animales son fuente de cariño, amistad y bienestar.
En nuestras sociedades modernas, los perros se convierten en el mayor apoyo de sus humanos, haciéndoles más fuertes. Son guardianes y compañeros pacientes; son nuestro vínculo con la naturaleza.
Ver la diferencia de escala entre perro y humano debería, en teoría, resultar amenazador, pero no es así. Hay algo tremendamente apacible en la obra de Jeong Woo Jae.
En su web podréis encontrar bastantes cuadros más.