Li Heng, Fita, es una contable que antes del COVID cuidaba de perros y gatos que no tenían hogar en su propia casa, en Wuhan. Entonces llegó el confinamiento a esta ciudad, epicentro de la pandemia, y el problema de los animales abandonados aumentó exponencialmente. Ella dice que pese a no tener claro si los animales podían transmitir el virus, algo que solo se aclaró cuando pasaron las semanas, decidió que no podía mirar hacia otro lado... Y empezó a acoger a más perros y gatos, a los que encontraba en la calle.
Tenía que tener cuidado porque legalmente solo se puede tener un animal en casa... sus vecinos podrían denunciarla. Pero ella, junto a una amiga americana, había creado la pequeña protectora de Furry Angels Haven Wuhan, y elegió seguir adelante.
Y ahora, gracias a una donación de 20.000$ de la SPCA Internacional, esta asociación ha podido abrir un pequeño refugio en el que acogen y ayudan a 180 perros y 40 gatos, muchos de ellos no solo abandonados sino maltratados, como Lovey.
El objetivo es que, poco a poco, puedan ser adoptados, incluso internacionalmente. Antes de la pandemia lograban enviar unos 20 animales a nuevas familias en el Reino Unido o EEUU pero las actuales restricciones hacen que ahora el proceso sea mucho más caro, por lo que todo va más lento.
Entre tanto, todos estos perros y gatos están a salvo, bien cuidados gracias a las donaciones de miles de personas en todo el mundo.
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