"Soy Francisco Mateos Caballero, de 73 años, abuelo de Celia, la niña a la que tú envenenaste su perrita ayer y la mataste. Al dirigirme a ti, no sé cómo llamarte, utilizaré "animal de dos patas" que te dedicas a matar animalitos de cuatro patas. Tu sabes el daño que has hecho y el que podrías haber causado.Tu objetivo lo has alcanzado, matar un perro, pobre animal. Pero no voy a describirte tu objetivo, sino el daño colateral que has causado." Así comienza la dura carta escrita esperando que llegue, de alguna manera, al individuo que ha sumido a una niña de 11 años en la tristeza absoluta de perder a la que era su primera perra, a Nuka, el can que le regalaron por fin tras hacer la Primera Comunión. No sabían cómo decírselo a la niña que, según explica también su abuelo, dio una gran lección al no llorar delante de su padre para no causarle más dolor a él. Luego sí lloró, claro, y mucho. Y "le dolía el estómago, tenía nauseas y le ha costado dormir."
"Ojala la muerte de Nuka sirva para concienciar al envenenador que la mato. Que pena de ser noticia Aznalcollar por estos asuntos, no hay derecho que esto suela pasar por una pequeña minoría de mala gente, porque Aznalcollar no es asi (...) Espero que por lo menos sirva para parar al sinvergüenza que lo hace y que las autoridades esten mas pendientes de esta practica, no tan aislada. Es un peligro para todos."
Es lo que comentaba la madre de Celia, que fue quien compartió la carta del abuelo de la niña. Lo sucedido ha sido denunciado ante las autoridades, por supuesto, y de hecho, según publica la prensa local, se han encontrado más cebos envenenados en Alnazcollar, donde ha muerto Nuka. Son trozos de carne con un pesticida que, de hecho, sería igualmente peligroso para cualquier persona.
Esperemos que la carta, que podéis leer íntegra aquí, se haga viral después de ser publicada también en prensa.Y esperemos, sobre todo que sirva para algo. El abuelo de Celia apela incluso al posible nieto de ese envenenador, porque a él le ha costado trabajo explicarle a su nieta que existan personas así, capaces de causar tanto daño, de matar sin más y sin razón.
Lo malo es que esta es la enésima historia que relata un drama similar. Perros envenenados sin que nunca se encuentre al culpable, sin que cambien las leyes.
El relato de lo que le ha sucedido a Nuka, también compartido por la madre de Celia, rebosa rabia, incomprensión y también tirsteza al saber que denunciar no sirve de casi nada. Por eso han hecho pública su historia para advertir a todos y, al menos, intentar evitar que esto mismo le pueda suceder a otra familia.