Benito, Benny para los amigos, es un mestizo de Pomerania/caniche de 3 años. De un día para otro, empezó a mostrar problemas de movilidad y rápidamente perdió el uso de sus patas traseras. Cuando le llevaron al veterinario supieron que la operación que necesitaba podría alcanzar los 8000 $, una suma de la que no disponían...
Y ahí fue donde entró en juego la creatividad de la familia de Benny, bueno, del novio de su dueña: James Stewart Paniagua.
Primero estudiaron la posibilidad de comprarle un carrito o una silla de ruedas perruna a medida, pero tampoco tenían los 1000 $ que pueden costar así que Paniagua decidió ponerse manos a la obra.
Tras buscar un tutorial en Google y pasar por una gran ferretería (tardó cuatro horas e invirtió menos de 40$) este es el resultado, en acción:
El veterinario ya les había explicado que sin la operación, Benny estaría bien (es decir, no sufre dolores, no empeorará) pero tampoco recuperará el uso de sus patas. Ahora, ya véis, ha recuperado la movilidad y se le ve tan contento.
Otro ejemplo de cómo la maña y la imaginación pueden ayudar a los canes cuando uno no dispone de fondos ilimitados es este aro especial que sirve para que los perros que se queden ciegos no se vayan pegando topetazos con todo.