Seguro que recordáis la historia: Gus Kenworthy es un joven atleta americano, de esos que parecen de póster o casi de ficción, un chaval de que además de ganar medallas olímpicas es... un pedazo de ser humano y perruno. En Sochi, donde hay un problema descomunal de perros callejeros, él se topó con una familia de cachorritos y se enamoró. No sólo cuidó de ellos mientras duró su participación en las Olimpiadas sino que logró llevárselos a todos, incluyendo a la madre, a EEUU.
En este vídeo podréis ver cómo están de guapos y felices los dos cachorros que viven con él. Su madre está con la madre de Gus y otro de los canes fue también adoptado.
Y el deportista aprovecha para animar a todo el mundo a adoptar, en todas las protectoras del mundo hay bellezas como estas esperando alegrar a algún hogar. Muchos son "mestizos de pura raza" como dice Gus, sanos y guapérrimos.