Humor y mala uva, una realidad desordenada, irónica y bastante animal... Los dibujos de George Booth son indiscutiblemente reconocibles: esos perros feotes y rarunos, (muchos de ellos reunidos en libros como About Dogs), esos humanos y parejas estrafalarias pero de alguna manera siempre reales, esos canes medio punkies inspirados en un Bull Terrier locuelo que él se inventó y que se convirtió en la mascota no oficial de The New Yorker, la revista con la que colaboró a lo largo de toda su vida.
Booth ha muerto esta semana, tenía 96 años y multitud de personas y publicaciones están recordando su trabajo y su legado.
Como explican en el obituario que le ha dedicado The New York Times en una ilustración de Booth suelen pasar muchas cosas al mismo tiempo: Un perro salta por el aire mientras un gato se tira por la ventana quitándole el periódico a una persona y todo ello mientras una mujer desaliñada, con los ojos ennegrecidos, grita: "El eyeliner vuelve a estar de moda!"
Booth, por lo visto, ¡nunca tuvo perro! Él era más gatuno, según confesó en una entrevista.
Muchas de sus portadas y muchas de sus geniales viñetas se pueden comprar en la tienda de The New Yorker.
PD Hace unos meses el New Yorker le dedicó este breve y tierno documental:
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