En España no hay datos reales sobre abandono de perros, es algo en lo que está trabajando la DG Derechos de los Animales. El único estudio que hay, el de Fundación Affinity, es una estimación: una herramienta útil, sí,pero incompleta para poder analizar la realidad a la que se enfrentan los perros y los gatos en España.
Lo que es evidente, a falta de esos datos reales, es que el abandono de perros y gatos es un problema muy grave en España, que la mayoría de protectoras están cada vez más saturadas y que por mucho que haya una Ley que impone el sacrificio cero, el objetivo real debería de ser el abandono cero.
En este primer vídeo se humaniza la situación para tratar que el mensaje llegue más lejos, para hacer reflexionar a más gente. Se puede decir más alto, no más claro: una vez que un perro entra en tu vida, es parte de tu familia, no un objeto de usar y tirar del que te puedas deshacer cuando ya no te conviene.
Y lo más dramático, quizá, es darse cuenta que la realidad en España es aún peor: en nuestro país el 89% de los animales abandonados son encontrados en la calle pero esa cifra -y el estudio de Fundación Affinity- es posiblemente solo la punta del iceberg puesto que no recoge datos de los perros que son abandonados y que nunca llegan a ninguna perrera o protectora, los que mueren por el camino.
Es decir, los protagonistas de esta sátira, igual que los que llegan a dejar a su perro en una protectora o perrera, tienen la mínima decencia de entregar a sus ya no queridos seres queridos en un lugar donde puedan cuidar de ellos. No los han abandonado en plena calle o en el campo o en una gasolinera.
En esta misma sentido os recomendamos dedicar quince minutos a ver el fantástico cortometraje Él Nunca lo haría de Anartz Zuazua: un giro de tuerca parecido al del primer vídeo, sí, pero dentro de una historia muy diferente y aún más angustiosa.
En el mundo que recrea este cineasta vasco, los que son abandonados y luego adoptados no son los perros, son los abuelos... y son tratados, como perros.
En este universo ficticio pero peligrosamente real se maltrata a la familia adoptada, a esos abuelos que sobran, y se dan las mismas excusas para deshacerse de ellos que en nuestro mundo con los perros.
Quizá al poner cara humana al drama cotidiano de tantos animales habrá quien por fin reflexione y entienda que solo se debe adoptar con responsabilidad, sabiendo que es una vida y que es para siempre.
Una pena que este gran corto no se haya hecho viral.