El tamaño de un perro no debería importar cuando estamos hablando de educación canina. El problema es que, con demasiada frecuencia, sí lo hace: muchos tratan de manera diferente a un perro porque es pequeño y eso conlleva consecuencias muy negativas para el can y para su relación con los humanos. Tal y como nos explica Olga, educadora canina y responsable de CaminaDogs, el síndrome del perro pequeño puede conducir a un conjunto de trastornos de comportamientoque van desde el estrés a la compulsión, reactividad, ansiedad patológica, fobias, agresión, malos hábitos higiénicos...
Estos episodios de It's Me or the Dog,el muy recomendable programa de la educadora británica Victoria Stilwell, permiten ver en acción a varios personajes perrunos que claramente tienen el "Síndrome del perro pequeño" y, de paso, el síndrome del perro ladrador.
Como Peanut, el Pomerania, un pequeño que ha logrado convertirse en un tirano para su humana porque ella siempre le ha dejado salirse con la suya...
Conviene recordar que la educación en positivo -como la que enseña Stilwell- no es sinónimo de ser permisivo y dejar a un perro hacer lo que le venga en gana. Se trata de enseñar normas y comportamientos deseados a través del refuerzo positivo.
Aquí podéis consultar más consejos de Victoria Stillwell sobre el síndrome del perro pequeño.
Todos los perros son perros y deberíamos respetar su naturaleza y tratar de ofrecerles lo que necesitan -como perros- para ser felices, independientemente de su tamaño. Suena obvio pero la realidad, con demasiada frecuencia, es la que se puede ver en los vídeos de Victoria Stilwell.
Por eso mismo le hemos pedido a Olga, de CaminaDogsque nos ayude a aclarar en qué consiste el Síndrome del Perro Pequeño, también conocido como el Síndrome de Napoleón.
El problema, nos explica, es que algunos tienden a sobreproteger a los canes pequeños y no se informan sobre sus necesidades reales.
- Al ser pequeño, el can es percibido como frágil y vulnerable. Hace que parezca casi un juguete y por eso sus humanos lo bañan en exceso, lo visten a su antojo...
Esa percepción hace que se sobreproteja y humanice al perro. Pero al tratar a un perro como un bebé humano -sobre todo a un can que mantendrá ese aspecto toda su vida- impedimos que pueda desarrollar su personalidad y que sea un perro equilibrado.
- Todos los canes, por muy chicos que sean, tienen las mismas necesidades que cualquier otro perro de cualquier otro tamaño: ejercicio, estimulación mental, relaciones sociales con perros y humanos, estimulación sensorial, educación, normas, etc.
Cuando ésto se ignora, es el perro el que sufre.
Las consecuencias suelen ser proporcionales a su tamaño por lo que algunos eligen tolerarlas: por ejemplo, en vez de sacar al can a la calle para que pueda hacer sus necesidades, se coloca un empapador en casa.
¿Cuál es el problema? Pues que eso suele querer decir que el can pasea menos, socializa menos, tiene menos estímulos... Y tampoco aprende una norma básica de comportamiento (dónde es correcto evacuar).
Este patrón, por norma, se sigue con muchos otros comportamientos como ladrar compulsivamente, saltar sobre la gente, gruñir a otros perros/personas, etc., algo que le convierte en un torpe social y con nulas habilidades de afrontamiento en entornos y situaciones novedosos. Es decir, las consecuencias para el perro son catastróficas.
Los perros pequeños son, por lógica, manejables. Es decir, cualquier mal comportamiento es fácilmente atajado mediante la "fuerza física" (cogiéndolo en brazos, colocándolo en el regazo, levantándolo por la correa, etc.)
El perro no aprende, nunca, lo que queremos que haga porque no nos molestamos en enseñárselo. Y tampoco le permitimos que sepa cómo desenvolverse de manera normal.
Es tristemente frecuente, además, que a estos canes no se les permitaelacionarse con perros de cualquier tamaño o explorar el entorno -atrofiando así su sentido más desarrollado, el olfato. De hecho, puntualiza Olga, estos perros suelen vivir en un entorno pobre ya con frecuencia van en brazos o en bolso.
Al tratar a un perro pequeño de esta manera, sin proporcionarle la estimulación social, física, emocional y mental que necesita. lo que se consigue es que el can sea:
- Nervioso y excitable, con estrés patológico e incapaz de relajarse.
- Torpe socialmente.
- Carente de autocontrol.
- Miedoso a distintas cosas y situaciones.
- Reactivo hacia perros, personas, cosas.
- Agresivo hacia perros y/o personas.
- Sin hábitos higiénicos y otras rutinas necesarias.
- Dependiente, que puede llegar a sufrir un trastorno de ansiedad patológica por diversas causas (por separarse de su humano, por viajar, por ir al veterinario o la peluquería, etc.).
- Con mala forma física, obesos o con musculatura atrofiada.
- Con enfermedades relacionadas con todo lo anterior: diabetes, cardiopatías, lesiones osteoarticulares y musculares.
En definitiva, explica Olga, un perro infeliz, desequilibrado y con una esperanza de vida más corta.
La solución es cambiar nuestra actitud, reconocer al perro y proporcionarle los mismos cuidados que a cualquier otro perro.
El consejo de la responsable de CaminaDogses contar con la ayuda de un profesional (cuyos métodos tengan siempre en cuenta el bienestar de los animales) si consideras que tu perro tiene el Síndrome del Perro Pequeño: así te podrán guíar para que transformes esa relación que tanto daño hace a tu perro y a vuestro vínculo y conseguir una convivencia plena y feliz.