Las alergias e intolerancias alimentarias son cada vez más comunes en perros y pueden llegar a afectar gravemente su calidad de vida, por lo que es importante que las familias sepamos identificarlas.
Tía, por ejemplo, se ha pasado más de dos meses con una diarrea que iva y volvía... ¡¡porque su humana no podía sospechar que tenía intolerancia al arroz blanco!!
Sí, como estaba con diarrea hacía lo que pensaba que había que hacer, retirar la comida y luego darle dieta blanda, pero en este caso era lo peor que podía hacer, sin saberlo le he prolongado la diarrea. En cuanto dejé de darle arroz, de inmediato mejoró.
Por eso le he pedido a Yaara Nieto, nutricionista y educadora canina, que me diera más información sobre las alergias e intolerancias alimentarias en los perros, las más comunes, cómo distinguirlas y cómo actuar en cada caso.
Seguro que lo que nos ha contado os es tan útil como a mí:
Para entender cómo la alimentación puede influir en la salud canina, es fundamental distinguir entre alergia e intolerancia, conocer qué alimentos provocan con más frecuencia estas reacciones y saber identificar los síntomas.
Comprender la diferencia entre alergia e intolerancia es crucial, ya que el tratamiento para cada caso varía. Una equivocación en este sentido puede llevar no sólo a que los síntomas no mejoren, sino a que la salud del perro empeore. Aunque suelen confundirse, provocan reacciones diferentes en el organismoque ilustramos con un ejemplo habitual en la alimentación humana.
Cuando una persona es alérgica al marisco, puede llegar a morir si consume aunque sea una cantidad mínima de estos alimentos. Sin embargo, cada vez es más frecuente encontrar personas intolerantes al gluten que, aunque no deben consumirlo en aras de una buena digestión, pueden permitirse caprichos sin poner en riesgo sus vidas.
Una alergia ocurre cuando el sistema inmunológico identifica una sustancia como una amenaza y se defiende liberando anticuerpos. Por el contrario, la intolerancia no involucra al sistema inmunológico, sino al digestivo, y se produce cuando no podemos procesar un alimento (debido a una falta de enzimas, a una hipersensibilidad, a la morfología del aparato digestivo…).
Los síntomas de una alergia suelen aparecer de forma rápida y aguda, mientras que los de la intolerancia se presentan de forma lenta y empeoran de forma progresiva.
La observación cuidadosa y la identificación son el primer paso. Aunque estos síntomas pueden variar mucho de un perro a otro, conocerlos facilitará la búsqueda de soluciones tempranas.
Alergia
Picazón y rascado excesivo, especialmente en las orejas, el hocico y las patas.
Inflamación y enrojecimiento de esas mismas zonas, axilas, vientre…
Problemas respiratorios: aunque es menos común, algunos perros pueden mostrar dificultad para respirar o estornudos frecuentes. En algunos casos, estas reacciones alérgicas pueden dar lugar a infecciones secundarias, por ejemplo en la piel, derivadas del lamido y rascado constante.
Intolerancia
Problemas digestivos como vómitos y gases.
Heces anormales: cambios en la consistencia y frecuencia de las heces, diarreas frecuentes… No debemos normalizar que nuestro peludo tenga diarrea todas las semanas, ni siquiera todos los meses. Si estamos en esta situación, es posible que la variedad de pienso o snacks le esté causando molestias.
Falta de apetito o dejar de comer el alimento que venían consumiendo; perros que empiezan a mostrarse “maniáticos”, en ocasiones definidos como “caprichosos”, que se muestran hambrientos pero no quieren su comida.
Malestar, falta de energía o letargo.
Cambios en el comportamiento. Algunos perros pueden mostrarse menos sociables o más irascibles debido a las molestias digestivas.
Esta lista la encabezan sin lugar a dudas el pollo y los cereales, especialmente maíz, trigo y soja, y también el arroz,como en el caso de Tía.
Estas proteínas son los ingredientes más comunes en alimentos comerciales para perros, son utilizados frecuentemente como relleno y por eso mismo cada vez hay más animales que presentan estas patologías en la actualidad.
En menor medida, carnes como la ternera y el cordero, lácteos, huevos y pescados azules como el salmón, cierran esta lista de alimentos “sospechosos”.
Más allá de los ingredientes… el tipo de procesado
En ocasiones, el problema del perro no es una alergia o intolerancia a una proteína determinada, sino que el verdadero culpable es la extrusión, el método de fabricación de la mayoría de los piensos.
Para que puedan tener el tiempo de vida útil que los hace prácticos, los alimentos son sometidos a altísimas temperaturas que modifican la estructura química de los ingredientes,generando sustancias que pueden desencadenar intolerancia y hacerlos más difíciles de digerir.
Estos aditivos, que no necesariamente son artificiales, pueden afectar negativamente al sistema digestivo. Es habitual encontrar perros que presentan intolerancias al pollo o a los cereales en alimentos comerciales, pero toleran perfectamente esos ingredientes en dietas naturales y caseras, al no haber sido sometidos a esos procesos.
En el caso de sospechar que tu perro tiene alergia o intolerancia alimentaria, lo ideal es realizar una dieta de exclusión. Esto lo abordarás de forma diferente en función de si alimentas con pienso o con dietas BARF o naturales, pero el objetivo siempre es limitar al máximo el número de alimentos diferentes que puede comer durante unas 12 semanas.
Buscaremos proteínas menos comunes para alimentarle a lo largo de ese período, como conejo, pato o merluza, y sustituiremos los cereales como el arroz, por tubérculos como la calabaza.
Una vez hayamos estabilizado el sistema digestivo del perro con los nuevos alimentos, se irán introduciendo otros de forma paulatina para valorar qué impacto provocan. Así iremos confeccionando la lista específica de alimentos que nuestro perro tolera o no.
Durante estas semanas serán de ayuda las dietas naturales basadas en ingredientes frescos, pues nos resultará más fácil limitar el número de ingredientes para ayudar a reducir las reacciones adversas.
Prácticamente todas las marcas de pienso tienen hoy alternativas etiquetadas como hipoalergénicas o apropiadas para perros intolerantes. De nuevo, es importante conocer el significado de estos términos para ser capaces de valorar si son opciones útiles para nuestra situación concreta.
Lo primero que debemos tener claro es que el hecho de que un alimento sea calificado como “hipoalergénico”, no implica que a nuestro perro vaya a sentarle bien. Muchos de estos piensos están basados en salmón: si nuestro perro es intolerante al salmón, no será hipoalergénico para él.
Distinto es el tema de las proteínas hidrolizadas. En este caso, lo que se hace es dividir la proteína que causa la alergia (frecuentemente, la del pollo) en fracciones más pequeñas que el organismo no identifica del mismo modo, por lo que la procesa de un modo distinto y no desencadena las reacciones indeseadas.
Podríamos pensar que, eligiendo un buen pienso hidrolizado, resolveríamos todos estos problemas. Lamentablemente, está contraindicado su uso prolongado durante más de 3 o 6 meses, por lo que si estás en esta situación, utiliza este plazo para elaborar las lista de alimentos que tu perro tolera mejor para poder elegir las mejores opciones para él a largo plazo.
Cuando nuestro perro tiene un episodio de mala digestión, es preferible prescindir del pienso hasta que recuperemos la normalidad. Aunque es frecuente escuchar que lo mejor es pollo con arroz, esta teoría ya está bastante desmentida; además, si nuestro perro es intolerante al pollo y/o a los cereales, tampoco nos sirve esta opción (como le pasa a Tía...)
Cuando la diarrea es aguda, lo mejor es preparar lo que se conoce como Sopa de Moro. Sólo necesitarás agua, zanahorias y una pizca de sal: Corta 500 gramos de zanahorias y ponlas a hervir en un litro de agua; el fuego debe ser lo más suave posible manteniendo el hervor. Debemos mantenerlo al menos 1 hora, añadiendo agua fría poco a poco para compensar la evaporación y mantener el litro de sopa. Bátelo todo sin escurrir el agua y añade la pizca de sal (mejor sin refinar).
Ofrécele a tu perro tomas pequeñas y frecuentes de la sopa de moro hasta que desaparezca la diarrea. Si pasadas 48 horas persiste el problema, consulta con tu veterinario.
Recuerda reintroducir el alimento habitual de forma progresiva, por ejemplo dividiendo la cantidad diaria en más tomas.
Optar por una dieta natural, compuesta por ingredientes frescos y mínimamente procesados, reduce el riesgo de reacciones adversas y promueve una mejor salud digestiva. Es fundamental, no obstante, que cualquier cambio importante en la dieta se realice bajo la supervisión de un experto en nutrición, para asegurarse de que todas las necesidades están cubiertas.