Los beneficios tanto físicos como anímicos de compartir nuestra vida con un perro son múltiples: incontables estudios demuestran los efectos positivos de los canes en personas mayores, bebés... en cualquier humano. Hemos compartido decenas de ejemplos de cómo los perros de asistencia se convierten en el mejor apoyo para las personas, ayudándo a que recuperen su movilidad, su autoestima, su libertad...
Pero lo cierto -y lo impresionante- es que muchas veces no hace falta que un perro esté entrenado como perro de asistencia o perro de terapia. Tan sólo siendo perro, con ese poder innato que tienen la mayoría de ellos para la empatía, logra algo que ningún humano podría conseguir.
Es el caso de este can, el efecto de su presencia sobre un hombre mayor que sufre Alzheimer y que había perdido prácticamente el habla es tan real como emocionante.
El vídeo lo compartió la familia hace tiempo ya, una vez que su padre había fallecido: todo un testamento al poder de los perros, a su capacidad para mejorar la vida de los humanos.