El mito de los perros culpables es algo así como Nessie o el Yeti, una de esas criaturas que tiene vida propia y se niega a desaparecer. Por mucho que etólogos y expertos en comportamiento canino -como Alexandra Horowitz- hayan mostrado que lo que los perros hacen es reaccionar ante el lenguaje corporal o el tono del humano, una mayoría de personas sigue considerando que su can se muestra culpable y sabe que se ha comportado mal horas después de la trastada en cuestión.
Un can totalmente inocente se puede mostrar perfectamente culpable porque le echan la bronca o porque sospecha que le van a echar la bronca o porque reconoce que su persona está enfadada y quiere apaciguarla.
No ha hecho nada malo pero actúa como si lo hubiera hecho.Un can, haya o no haya hecho una trastada, actúa con aire de culpable porque ha aprendido que haciendo eso su humano se enfada menos, es decir evita un posible conflicto.
Esto no significa que los perros sean menos listos, más bien lo contrario: parece que aprenden rápido que poner cara de culpables, -o lo que es a veces lo mismo, hacer señales de calma- se traduce en que que reciben menos castigos, en general.Denver lo sabe :-)
Aquí va un simpático ejemplo del asunto. Mirad el vídeo del resultado de la trastada de esta pareja de locuelos: Toby con cara de haber roto muchos platos, escondido tras la nevera mientras Abby, su compi, pasea tan pancha sobre los restos de una cama perruna destrozada a conciencia...
Y aquí la respuesta: Toby, pese a tener ese aire de 100% culpable, es del todo inocente. Él se ha quedado sin su cama pero la especialista en destrozos, como bien sabe su dueña, es Abby.
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