Los perros ladran por multitud de razones: para jugar, para alertar, por miedo, por ansiedad, por frustración, para saludar... A través del ladrido siempre están tratando de decirnos algo. Incluso pueden salvar vidas a través de sus ladridos, cuando han aprendido a hacerlo.
El problema en muchas ocasiones suele ser que las personas somos traductores regulares, tanto del lenguaje corporal de los canes y sus señales de calma como de sus ladridos.
Es realmente útil identificar el tipo de ladrido que está utilizando nuestro perro para saber cómo actuar en cada caso. En algunos momentos puede ser la señal de que algo no va bien, de que nuestro can está pidiendo ayuda a su manera, puede ser un termómetro de su estrés o quizá de todo lo contrario, de su excitación ante alguna novedad positiva...
En todo caso, como explica la escritora, etóloga e investigadora Alexandra Horowitz, un ladrido es, ante todo comunicación y nunca deberíamos reñir a un perro por tratar de comunicarse.
Evidentemente estos dos "métodos animales" son anecdóticos y chistosos, no es que sean métodos reales para calmar los ladridos :-)
Dugan y Murphy son dos perros parlanchines que tienen la suerte de vivir en una casa con jardín. Y cuando ven una ardilla o atisban a algún visitante inesperado, ladran. No se trata de canes que con algún problema de ansiedad por separación ni nada por el estilo.
Su compañero de piso se llama Otis: es un loro que no lleva nada bien esas inesperadas explosiones de ruido así que él hace lo que puede para que se callen, o más bien copia a la perfección lo que ha escuchado hacer a alguna persona, incluyendo la alabanza final cuando él considera que ha cumplido con su misión, "good boy!!" :-)
Otro método anti-ladridos que logra ciertos resultados, al menos en esta casa, es el gatuno... Un caniche Toy recién adoptado descubre las normas de su casa a través del "amable" gato con el que le ha tocado convivir.
Chazz, como se llama el can, parece que no tardó mucho en calmarse y adaptarse a su nueva familia.
