diecisiete, la nueva película dirigida y escrita por Daniel Sánchez Arévalo -que se estrena en cines el 4 de octubre y podrá verse en Netflix a partir del 18 de este mismo mes- es una road movie tierna y llena de humor, un viaje vital para dos hermanos impulsado por los amores perros de uno de ellos, de Héctor. Una historia que conectará especialmente con los humanos perrunos porque muestra, de muchas maneras, cómo los canes pueden ser el perfecto catalizador para transformar y sanar a los humanos.Y un detalle importante: todos los perros que participan en diecisiete han salido de alguna protectora y, lo que es mejor, han sido adoptados después del rodaje.
Héctor es un chaval de diecisiete años con problemas para comunicarse, vive en su mundo y se rige por normas que no necesariamente coinciden con las de la sociedad que le rodea. Se siente solo, le cuesta mucho conectar con los demás: se desvive por su abuela, enferma, y poco más... Entonces comete otro delito y acaba internado en un centro de menores.
Allí es donde, en un programa de terapias con perros, Oveja se cruza en su camino para cambiar su vida para siempre. Su vida y también la de su hermano y la de su abuela puesto que los tres emprenden un viaje muy particular en pos de Oveja, cuando de improviso es adoptado.
diecisiete es una película deliciosa y tierna, llena de humor y también de amor por los perros. No solo nos acerca, tangencialmente, a la labor de las protectoras en España ytambién al trabajo que se hace en centros de menores con perros de terapia, sino que muestra cómo los perros, con su mera presencia, pueden mejorar la vida de las personas.
Ese es el nexo de unión que corre bajo esta road movie tan perruna y humana.
Oveja es el gran protagonista canino, el perro que se clava en el corazón de Héctor (Biel Montoro) y logra que conecte y que madure y que comprenda algo mejor el mundo.
Este bellezón de mestizo no era un perro actor, era un can que estaba en una protectora, lo ha explicado Sánchez Arévalo durante un coloquio en La Academia de Cine. Él lo tenía claro, no quería canes entrenados, quería que todos los que participaran en su proyecto fueran perros de protectora y tenía el compromiso de lograr que, después, todos fueran adoptados.
Durante el rodaje, según han contado Sánchez Arévalo y el propio Biel Montoro, intentaron dejar hacer al can: "como no queríamos forzar nada y queríamos que todo lo que le surgiera al perro surgiera de manera natural, era un poco como si el perro nos dirigía a nosotros e iba todo el equipo detrás de Oveja para que todo lo que pasara con Héctor fuera natural".
Es más, si os emociona verlo en pantalla es normal porque el vínculo que se crea entre ese can y ese adolescente es del todo real. Para Oveja esta ha sido, sin duda, la película de su vida porque tras el rodaje, ¡ha sido adoptado por Biel Montoro!
Sánchez Arévalo, como bien sabréis, comparte su vida con dos canes, Brigiy Pony, . El director ha contado que aunque diecisiete no es una historia basada en algo que le haya sucedido a él si hay anécdotas de su vida en el película: él "hacía el perro" cuando era pequeño para su hermana. No os contamos más, mejor verlo en el cine o en Netflix porque diecisiete, sin duda, merece la pena.