Cloe regala besos y alegría a cualquiera que se cruce en su camino. Se lleva bien con perretes y humanos por igual y en un instante es capaz de encandilar a todos aquellos que pasen a su vera, especialmente si necesitan recibir ánimos extra.
Esto podría no ser algo especialmente remarcable, al fin y al cabo es una perra feliz: la mayoría de personas que conozcan a esta guapa Staffordshire Bull terrier pensarán eso, que es una perra feliz, sin más.
Pero tras su actual felicidad hay un pasado duro, un pasado que refleja una realidad que es todavía demasiado frecuente en España: la de las perras que son obligadas a parir una camada tras otra por dinero, para "fabricar" cachorros de una raza que tiene tirón comercial. Cloe fue una de esas perras y a ella, después,cuando vieron que ya no servía, la regalaron y después la abandonaron.
Fue entonces cuando en su camino se cruzó, por fin, la buena suerte: fue rescatada por la que ahora es su familia y así comenzó la verdadera historia de Cloe.
Todo esto y mucho más me lo explicó su humana, Fátima, cuando coincidí con ella y con Cloe junto con el equipo de Dogtor Animaly Elanco.
Porque resulta que Cloe es una de esas perras que inspiran cambios de vida: esta perra fue la responsable de que Fátima se adentrara en el mundo de las intervenciones asistidas con animales. Por eso mismo tras recibir los miles de besos que me regaló Cloe, le pedí a su humana que nos contara algo más sobre su vida juntas.
Aquí podéis conocer la historia, la tremenda y maravillosa historia de Cloe, tal y como la ha compartido Fátima:
"Cloe llegó a nuestras vidas el 30 de mayo de 2019. No se nos olvidará ese gran día. Estábamos dando un paseo en nuestra urbanización, en Seseña, un pueblo de Toledo, como habitualmente hacíamos todas las noches. Ese día dimos una vuelta más a la manzana de lo habitual, y gracias a Dios, porque fue en esa última vuelta cuando una perrita (Cloe) vino corriendo hacia nosotros.
Cuando la vimos pensábamos que era un cachorrito pequeño, de unos tres meses, debido a su tamaño y carita de cachorrita, que actualmente, aún mantiene.
Nunca antes la habíamos visto por la zona, pero al estar en esa calle y con arnés (muy viejo y desgastado, pero arnés, al fin y al cabo), decidimos timbrar por todas las casas de alrededor. Nadie la conocía y tampoco habían visto antes. Un vecino nos dejó una cuerda para ponérsela en el arnés como una correa y decidimos llamar a la policía para que mirasen a ver si tenía chip y podían localizar al dueño.
Cuando llamamos a la policía nos comunicaron que hasta el día siguiente no podían venir a identificarla, que si podía pasar la noche en nuestra casa. Así fue, fue su primera noche en nuestra casa. Le preparamos el garaje de la casa, puesto que teníamos una gata y no sabíamos cómo podía reaccionar con ella. Parecía contenta de quedarse en casa, aunque sus ojos estaban tristes. Unos vecinos nos dieron comida de sus perritos para que comiese y le pusimos también agua.
Al día siguiente, por la mañana, subió a la urbanización la policía local y, efectivamente, tenía chip. Localizaron al dueño y le llamaron delante nuestra. Nosotros observábamos al policía mientras hablaba, y detectamos que algo iba mal, por lo que mi pareja le comentó al policía que le comentase al dueño que si había algún problema, que nosotros podríamos hacernos cargo de la perrita, a lo que el dueño contesto rápidamente que sí.
Nosotros no nos lo podíamos creer, ¡íbamos a tener una perrita! Siempre habíamos querido un perro, pero dadas las circunstancias de que yo tenía una gata, ya mayor y enferma de los riñones, no nos lo habíamos planteado.
La policía quedó en que el dueño viniese al día siguiente para hacer el cambio de papeles. Esa misma tarde fuimos a nuestro veterinario de confianza para que la bañaran e hicieran una analítica para saber cómo estaba. Esa misma tarde descubrimos su nombre, edad y raza; se llamaba Cloe, tenía 1 año y 2 meses y era un Staffordshire Bull terrier.
Cuando la bañaron nos sorprendimos, era negrita y brillante. Estaba tan sucia cuando la encontramos que parecía color chocolate. Las analíticas estaban correctas y nos facilitaron también el número del dueño. Gracias a Dios que nos facilitaron el número de teléfono del dueño, porque al día siguiente no se presentó nadie, y pensamos que tal vez era por miedo a que le multasen, por lo que llamamos nosotros por nuestra cuenta al dueño, y ahí sí, sí accedió a vernos y solucionar la situación de Cloe. Quedamos en Madrid en su casa.
Era un criador de perros de raza Staffordshire Bull terrier. Nos contó que tenía a Cloe para criar, pero no pudo ser porque se la desprendió el útero dos veces, teniendo que esterilizarla,por lo que dejó de servirle y adquirió otra perra, regalando a Cloe a una familia que no supieron valorarla y cuidarla.
La mujer de esa familia, por lo visto, según lo que nos contaron, no quería perros, pero su hijo se encaprichó y su padre se la regaló. Esa mujer aprovechó cuando su marido estaba fuera de viaje de trabajo, para abandonarla a su suerte. Esa misma mujer negó conocerla cuando le preguntamos. Cuando su marido volvió al cabo de 15 días, que Cloe ya convivía con nosotros, vino a casa a reclamarla. Cuando Cloe vio a esa gente se escondió en casa, estaba asustada. Yo les dije que llamasen al dueño anterior, que Cloe ya estaba con nosotros, que tenía una nueva familia, que no podían negar que la conociesen y luego venir diciendo que sí, cuando durante 15 días se había cruzado con ella su mujer y como si nada.
Cuando esa gente se marchó, Cloe salió del garaje moviendo su rabito y dándome besitos de felicidad.Cloe estaba contenta de que la defendiera. Así comenzó nuestra historia con Cloe, así entró a formar parte de nuestra vida.
Cloe con su mirada nos enamoró a primera vista desde que nos encontramos en la calle. Su mirada desprende dulzura, cariño, amor.Es algo muy especial diría yo. Creo que cuando la miras y, vives esa experiencia, sabes a lo que me refiero.
Al detectar que la cosa no pintaba bien, cuando escuchábamos la conversación del policía, supimos que teníamos que protegerla, que nos necesitaba, y mi pareja, sin pensarlo dos veces, se lo dijo al policía, que podíamos quedarnos con ella.
Yo recuerdo que estaba contenta pero nerviosa a la vez, ya que no sabía si mi gata la iba a aceptar, dado que a pesar de ser muy buena era posesiva y ya estaba mayor. Al principio tuvimos que habilitar el garaje para Cloe, ya que, como me sospechaba, mi gata le bufaba.
El veterinario nos comentó que al ser una gata mayor era normal, que la diésemos tiempo a la gata a que se acostumbrase y que en dos-tres meses podrían convivir tranquilamente juntas. Desgraciadamente, eso no llegó a ocurrir. Mi gata, que ya estaba muy enferma de los riñones, falleció en verano, y el sueño de verlas juntas en el sofá se quedó solo en mi imaginación.
Fue a partir de que falleció mi gata, de trece años, a la que quería con locura, cuando descubrí, que Cloe sí es verdad que nos necesitaba en ese momento, cuando la encontramos, pero que nosotros realmente éramos los que la íbamos a necesitar. Estoy convencida de que Dios nos la puso en nuestro camino porque nos necesitábamos mutuamente, Cloe nos ayudó a superar esa dolorosa pérdida, logró sacar nuestras mejores sonrisas y sigue consiguiendo sacar lo mejor de nosotros.
Aquí destacaría una experiencia que nunca se nos olvidará: la primera vez que la compramos su camita.
Cuando le pusimos su camita, Cloe se subió corriendo a ella, sabía que era para ella sin dudarlo, estaba tan feliz que se le saltaban las lágrimas. Cuando la vimos llorar, nos emocionamos, no sabíamos que la iba a hacer tanta ilusión.
Después, día a día, se le notaban cambios, en el pelo, el brillo, su rabito moviéndose de lado a lado en cada paseo. Tuvimos que enseñarla a hacer sus necesidades en la calle, pues el dueño anterior por lo visto no debió enseñarla y la tenía con un empapador sin sacarla a la calle.
Por eso cada vez que salía a la calle desprendía felicidad, era todo nuevo para ella.
Durante mi carrera de Psicología, asistí a una conferencia en la universidad sobre intervenciones asistidas con animales. Desconocía su existencia. Había escuchado, anteriormente, hablar de perros de asistencia, pero nunca de intervención.
Esa conferencia la realizó DogtorAnimal, allí fue donde les conocí, y como me llamó la atención me quedé con sus datos.
Cuando fui descubriendo el carácter de Cloe, sus ganas de complacer a todos, personas y animales, su buen carácter con todo el mundo (niños, mayores...), iba viendo cualidades que podrían encajar en un perro de intervención.
Pero la decisión de que de Cloe podría ayudar a los demás surgió un día, cuando mi pareja se cruzó con una mujer y un niño en un polígono industrial, y éstos le solicitaron ayuda para que les acercara a la parada de autobús. Mi pareja iba en el coche con Cloe. Esa mujer le contó a mi pareja que había sufrido maltrato y que, para alegrar a su hijo, se había acercado a por un perrito allí a una tienda del polígono.
Al ver al niño triste, mientras su madre contaba la historia, Cloe no no se lo pensó dos veces y puso su cabecita sobre el niño, a quien le sacó una sonrisa y comenzó a acariciarla.
Ahí descubrimos el gran talento de Cloe: hacer felices a los demás.Se le nota feliz cuando los demás también lo están y si ve a alguien triste o pensativo, ahí va ella, a sacarle una sonrisa.
Cuando comprobé las cualidades de Cloe pensé en DogtorAnimal y les llamé. Les conté el caso de Cloe y decidieron que lo mejor de todo, antes de nada, era conocerla, por lo que quedamos con ellos para dar una vuelta por el campo.
Cuando la conocieron nos dijeron que sí era viable, que Cloe podía ser una perrita de intervención, que a pesar de ser un PPP y de color negro, su carita dulce y pequeño tamaño, así como su personalidad, hacían de ella una candidata estupenda.
Me aconsejaron hacer el curso de Técnico en Intervenciones Asistidas con Animales y después preparar a Cloe en la Escuela de Perros de Intervención, para poder trabajar las dos juntas.
La experiencia con Dogtoranimal ha sido excelente, al iniciar el curso de técnico, seleccionaron a Cloe, entre varios perritos, para asistir conmigo durante el curso.
Ahí ya se le notaba a Cloe que le gustaba, apuntaba maneras, siempre estaba deseando salir voluntaria a aprender cosas nuevas.
Después empezamos con su preparación en la Escuela de intervención. A Cloe le encantaban sus clases. Aprendió obediencia básica, distintas habilidades (chocar, dar vueltas, hacer croquetas, a arropar, a abrir la lavadora, sacar la ropa, a recoger la ropa y meterla en el cesto, a llevar objetos y entregarlos en la mano, hasta a meter canasta). Le encanta practicar. Le divierte hacerlas y obtener chuches a cambio, aunque si le das un achuchón también la vale. Le gusta complacer, que le acaricien, ser “protagonista” por así decirlo y estén pendientes de ella. A mí me encanta verla así de feliz.
Por ahora solo hemos estado en sesiones de prácticas, una en una residencia y otra con niños. Todavía no hemos tenido el placer de poder trabajar con ellos, cosa que nos encantaría si más adelante en Dogtor Animal tienen algún programa o proyecto en el que quieran contar con Cloe."
Fátima García - Humana de Cloe
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